jueves, 25 de octubre de 2018

Empatia y Simpatia, Binomio Complejo



Empatía y SIMPATÍA
Binomio complejo

Dr. Nse. Luis María Labath Casís

   En el Diccionario de la Real Academia de la Lengua se dan definiciones de ambos términos que son escurridizas:

    empatía es la participación afectiva, por lo común emotiva, de un sujeto en una realidad ajena; 
    simpatía, una inclinación afectiva entre personas, generalmente, espontánea y mutua.

   El binomio empatía-simpatía, con usos y significaciones en la historia del pensamiento, con sutilidades de acercamiento y alejamiento, no siempre es bien apreciado en la vida cotidiana.



   Se trata de conceptos que remiten a la vida emocional de las personas, es decir, ambos términos se encuadran en el campo de los afectos, razón por la cual establecen algunas diferencias. Empatía, la capacidad de percibir, entender e introyectar la emoción del otro, simpatía, además de implicar la sintonía con el otro, conlleva una respuesta emocional en forma de comprensión y ayuda ante la actitud ajena.

   Primera conclusión: no es una diferencia de tipo semántico o lingüístico, sino de intención de conducta. Esto se sustenta en dos apreciaciones:

   En primer lugar, una teoría del sistema emocional de los seres humanos que, poco a poco, se ha ido viendo como una dimensión esencial de la naturaleza humana junto a la esfera cognitiva.

   En segundo lugar, como ambos términos se encuadran en el mundo afectivo, muchos teóricos se inclinan por verlos como dos procesos complementarios de la vida emocional, en donde la empatía precediese y tuviera como consecuencia indefectible el efecto de la simpatía. O sea, originalmente, se siente acerca de, es decir, se empatiza, lo que hace posible un sentir dentro que conduce a una determinada conducta, es decir, se simpatiza

   La simpatía alude a la capacidad de percibir, compartir y acompañar emocionalmente los estados mentales ajenos, un concepto popularizado filosóficamente por Hume, muy cercano al de la compasión. Posee un contenido básicamente afectivo, que puede ser observado en niños pequeños y en primates cognitivamente poco desarrollados.

  Por su parte, la empatía es una habilidad más cognitiva que afectiva. Refiere especialmente a la capacidad de reconocer las creencias ajenas, sus necesidades y sentimientos.

   Incluso si no se los comparte o si no movilizan psicológicamente, pueden utilizarse para manipular el comportamiento de otros.



   En el mundo de la filosofía y las neurociencias existe un debate permanente respecto de si es viable o no separar simpatía y empatía, y la demostración de que sí es posible es la existencia de personas con gran capacidad empática, pero mínima o ninguna habilidad simpática.

  Por otra parte, es hoy reconocida la existencia de individuos (sobre todo bebés muy pequeños e incluso animales) capaces de percibir el sufrimiento ajeno y sentirse afectados sin tener todavía un desarrollo cognitivo suficientemente complejo como para entender, o siquiera imaginar, la situación por la que la otra persona o criatura está pasando.

  Por eso la posibilidad de efectuar cierta distinción entre empatía y simpatía como capacidades diferentes que se complementan y se pueden potenciar mutuamente en ciertas circunstancias. Todo parece indicar que la simpatía es evolutivamente anterior a la empatía.

  Es simpatía cuando contagia la emoción del otro, cuando se agotan los recursos para apoyar a otro a superar una situación, o cuando se pierde la posibilidad de auto-protegerse por el dolor ajeno. La simpatía impide la visión de la realidad cuando la propia emoción lo obstaculiza con interpretación individual y única, supeditada a una valoración exclusiva.

  En cambio, la empatía permite conocer, reconocer, comprender, apreciar y valorar lo que le pasa al otro, sin perder la consciencia de lo que está sucediendo: "le pasa a él y no a mí".

  Ésta es una cierta protección para no absorber problemas que no son propios, además de una forma de mantener la capacidad y los recursos para estar presentes y dispuestos a ayudar si es necesario. Es mucho más que ponerse en los zapatos de otros, es lo que conduce a ser los mejores amigos del mundo, excelentes socios, buenos padres o líderes inspiradores; en síntesis, lleva a cultivar relaciones sinceras y de gran calidad.

  Para lograrlo, es primordial saber escuchar, preguntar y guardar silencio, tanto en la mente como en la conversación; requiere de observar sin juzgar, reconocer e interpretar las emociones ajenas, sintonizar con esas emociones a fin de entenderlas en un ambiente de intimidad y confianza, construyendo relaciones profundas y duraderas.


   No obstante, la empatía no navega sola, requiere asociarse con la asertividad o habilidad personal para expresar ideas, deseos y necesidades sin invadir o desacreditar las necesidades y apetencias de otro. Es posible empatizar con alguien sin estar de acuerdo con esa persona en cuanto se ha logrado entender al otro. A partir de ello, determinar con claridad por qué no se está de acuerdo con él y, de ser posible, mantener una relación de mutuo respeto en la que no haya espacio para generar una visión común.

 Hay personas con una disposición natural para ser empáticos: son temperamentos apasionados y melancólicos. Es decir, con alta emotividad, aunque estas cualidades nunca son garantía de caer bien a los demás o de ser carismáticos.

   Es precisamente la sutil línea que separa a la persona empática de la persona simpática. La primera, con una actitud de atender y entender al otro, la segunda, que busca la aceptación por parte de otros. En el primer caso, lo más importante es mostrar interés por la otra persona, en el segundo, se busca que el otro tenga interés en uno.

  Seguro es que muchas de las relaciones humanas comienzan con un interés por ser agradables a otros o ser simpáticos, aunque conforme se va escuchando y crece el interés mutuo el camino hacia la empatía se allanará.

  Queda claro que tener simpatía no es igual a ser empático y viceversa. Más aún, puede destacarse una u otra, o ambas cualidades simultáneamente. El empático tiene una capacidad cognitiva especial para identificarse con otra persona porque percibe y siente; es como ubicarse exactamente “dentro del otro”. El simpático siente una inclinación afectiva, amistosa, espontánea, mutua con una cualidad atractiva y agradable del carácter de la otra persona.

  Ubicarse en el interior de otro es solidaridad, esfuerzo voluntario, objetivo y racional, una intención de comprender el comportamiento ajeno, es ser empático para abandonar el prejuicio ético-moral limitante. A la vez, considerar otras variantes de acción y sus repercusiones en el medio, cuando un acto individual nunca es igual, ni en el mismo escenario ni con idénticos personajes.

   Sopesar la empatía supone valorar el impulso por entender a otra persona, manera de apaciguar las habituales reacciones de rechazo al diálogo, de implantar una óptima tolerancia, de búsqueda enfática y solución óptima de los encuentros. Enjuiciar con empatía resulta de mucho peso en los intentos, obliga a reaccionar como si fuéramos el otro, "salirse de la piel y colocarse enfrente", comprobar qué y cómo son las emociones ajenas y los motivos de ciertas decisiones. Es lo que se conoce como inteligencia interpersonal, o lo que un individuo diferente puede llegar a percibir. “La realidad no puede ser mirada si no desde el punto que cada uno ocupa, fatalmente en el universo” (J. Ortega y Gasset).

  En 1996, el grupo de Giacomo Rizzolatti descubrió un tipo de neuronas ―denominadas neuronas espejo― en el córtex ventral pre-motor de los monos macacos (zona que corresponde al área de Broca en el cerebro humano) que se activan del mismo modo cuando las acciones son realizadas por ellos mismos que cuando son producidas por un tercero. Éstas actúan literalmente como espejo reflejando la sensación de cómo otro se sentiría en el propio cerebro.


    No se trata de neuronas motrices, sino de neuronas situadas en la corteza pre-motora que no se estimulan simplemente al presentarse un estímulo, tampoco al observar a otra persona efectuar un movimiento o acción: lo hacen cuando el estímulo visual efectivo implica la interacción de la mano con el objeto de manera accidental, o al ver desarrollar una acción siendo meros observadores.

   Una neurona espejo, o ‘mirror neuron’, es una célula nerviosa que se activa y descarga cuando un animal ejecuta una acción o cuando observa mientras el otro la realiza, especialmente, si ambos son miembros de la misma especie.

   Estas neuronas espejo, y su descubrimiento, dieron pie a una enorme cantidad de especulaciones e hipótesis sobre el papel funcional que podrían tener, y se emprendieron experimentos para determinar si el ser humano y otros animales tenían sistemas parecidos, relacionados con la empatía, el lenguaje, el aprendizaje, reconocimiento de las emociones, la imitación y el autismo. La hipótesis general inicial fue descubrir la relación directa entre empatía y las neuronas espejo.


   Las deducciones no tardaron en llegar y se comprobó que el alto funcionamiento de las neuronas espejo (sistema emocional o motor) estaba correlacionado con una alta puntuación en el test de empatía y, en segundo orden, que el bajo funcionamiento de las neuronas espejo mostraba lo contrario.

   A través de ello es posible estremecerse ante las interpretaciones de los actores de cine y de teatro, leyendo un libro o disfrutando de una transmisión deportiva. Estas neuronas explican la cualidad natural del ser humano para establecer empatía con otro. Por ejemplo, vivir la sensación de dolor al ver caer a alguien; de placer cuando ríe, porque para ellas no hay diferencias entre lo hecho por uno u otro, sino que el conocimiento de otro se amplía y también sus intenciones, con las que no siempre hemos de estar de acuerdo porque empatía no implica simpatía.

   La función de estas neuronas ha sido objeto de mucha especulación para comprender las intenciones de otras personas y para el aprendizaje de nuevas habilidades por imitación. Por tanto, la empatía es la mano invisible que permite extender la propia sensibilidad a otro. Así se aprende a sonreír, hablar, caminar o bailar, porque es un fenómeno que está presente en la naturaleza humana y madura a través de la cultura.

   Vilayanur Ramachandran, uno de los pioneros en neurociencias, llama a estas células neuronas Gandhi o neuronas de empatía, y afirma que desempeñan un papel esencial en la estructura de la cultura, el desarrollo de las habilidades sociales, las redes sociales y el conocimiento.

    Reconoce la imitación como la base de las relaciones humanas por ser una sofisticada forma de inteligencia para entender a los demás y el mundo que los rodea, porque la cultura consiste en colecciones masivas de capacidades y conocimientos complejos que se transmiten de persona a persona a través de dos medios centrales: el lenguaje y la imitación, que nos han liberado de la genética al reforzar la capacidad de aprender los unos de los otros.

   El gran cambio del cerebro en la evolución se ha debido a la adaptación genética que le da a las neuronas espejo un rol específico para acelerar los avances en comprensión, comunicación y aprendizaje. Es posible ejercer influencias en los demás con la propia actitud, aceptando con ello una enorme responsabilidad y consciencia de lo que es posible irradiar, o, la huella que deja en otros o en el medio, el propio devenir. De no existir la actividad de las neuronas espejo, nunca sabríamos en qué consiste el amor verdadero, no se sabría intuir lo que significa una caricia o una sonrisa


   Para Ramachandran, las neuronas espejo podrían ser a las neurociencias lo que el ADN fue para la biología: un marco unificador capaz de explicar gran cantidad de capacidades del cerebro humano. Incluso, el científico especuló que el surgimiento de las neuronas espejo pudo haber sido la infraestructura para que los pre-homínidos desarrollaran habilidades como el protolenguaje, el aprendizaje por imitación, la empatía, la capacidad de ponerse en los zapatos del otro y, sobre todo, la teoría de las otras mentes, que no es sino la capacidad de comprender que otras personas pueden tener creencias, conocimientos y visiones distintas. Gracias a esto nos preguntamos cosas que no conocemos, pero otros sí, y decimos otras que quizás ellos ignoran.

   Ramachandran sugiere que el sistema de neuronas espejo podría ser responsable de una de las habilidades más peculiares del nuestro cerebro: la de leer la mente. Pero no como lo proponen las fantasías telepáticas, sino como la capacidad para deducir las intenciones de otras personas, predecir su comportamiento y ser más astutos que ellos. Los negocios, las guerras y la política son pródigos en ejemplos de este maquiavelismo que caracteriza al primate humano.

   Volviendo al tema del binomio, aunque todo es importante para la correcta interpretación, es posible remarcar que la empatía señala la actitud de un sujeto hacia otro a través de los sentimientos que experimenta, lo que se diferencia del contagio emocional, porque éste surge cuando una persona vive el mismo estado afectivo sin conservar ninguna distancia cuando desaparece.

   La empatía describe la capacidad intelectiva para vivenciar la manera en que siente otro individuo, el mejor modo de comprender el comportamiento ajeno, la forma de tomar decisiones, la habilidad para entender las necesidades, sentimientos y problemas de los demás: "ponerse" en su lugar y responder correctamente a sus reacciones emocionales.

     Paulatinamente se transforma en una destreza básica de la comunicación interpersonal al permitir el entendimiento sólido entre dos personas; la empatía es fundamental para comprender en profundidad el mensaje del otro y establecer el diálogo, escuchar, entender los problemas ajenos o las motivaciones. En cambio, simpatía significa una comunidad de sentimientos que existen entre dos o más personas cuando son mutuos y nacen de manera espontánea, fruto de una personalidad que supone reacciones alegres, educadas y agradables frente a las situaciones cotidianas.


   Puede notarse cuando una persona saluda a otras, cuando enfrenta la realidad con gracia y alegría sin ser entendida, necesariamente, como sentido del humor. La persona que posee simpatía no es necesariamente alguien que se considere cómica o graciosa, sino que presenta una actitud agradable y afable en las circunstancias que le tocan vivir.

   Una actitud simpática es la que hace que alguien se sienta cercano otro y pueda demostrar acompañamiento a partir de esa cercanía en términos de sensaciones o sentimientos. No es, necesariamente, una actitud alegre, sino más bien una actitud solidaria o agradable de uno a otro que está sufriendo o se encuentra en situación compleja y, con el correr del tiempo, el hecho de conocer más a la otra persona, crece lo que, en principio, no existía a través de la habilidad de inferir los pensamientos y sentimientos ajenos.


  Uno de los elementos claves de la inteligencia emocional es la empatía, porque pertenece al dominio interpersonal y se ha convertido en el rasgo característico de las relaciones interpersonales exitosas. La simpatía, como atributo natural, embellece al individuo, acaricia a los que rodea y fomenta especiales encuentros con óptima reciprocidad de afectos. Es sinónimo de alegría y libertad exquisita, transforma al privilegiado en un permanente creador de momentos especiales con sabores insaciables de intenciones de volver a vivirlos.

  Las impuras intenciones pueden hacer fingir parte del binomio, pero al descubrir esta mentira le sucede una profunda frustración e intenso dolor.

  La honestidad de sentir y aplicar estas cualidades es un hecho esencial para construir relaciones interpersonales superlativas, precisamente, por expresar emociones y sentimientos correctos, y utilizar un lenguaje directo, no ofensivo, fortaleciendo el vínculo que evita malentendidos.

   La simpatía, es natural, debe usarse de manera espontánea, para que sea amplia y satisfactoria; la empatía surge, en cambio, de una perspectiva responsable por una vida auténtica, con significados y tolerancia, un medio idóneo para acortar las brechas de separación y enconos.

  Una y otra son indispensables para preservar el buen trato y para establecer un camino común con sentido común universal.

Dr. Nse. Luis María Labath Casís
 Ex Director Médico del Hospital de Alta Complejidad José María Cullen de Santa Fe.
Ex Docente de Clínica Médica de la Faculta de Medicina de Rosario.
Ex Secretario de la Escuela de Graduados de Medicina Interna de Asociación Médica Argentina.



sábado, 6 de octubre de 2018

OXITOCINA, Maternidad y Paranoia


OXITOCINA la hormona del amor emocional. 

   La oxitocina (del griego ὀξύς oxys "rápido" y τόκος tokos "nacimiento") 

   Es una hormona producida por los núcleos supraóptico y paraventricular del hipotálamo que es liberada a la circulación a través de la neurohipófisis​ que ejerce funciones en el sistema nervioso central modulando comportamientos sociales,sentimentales,patrones sexuales y la conducta parental.
   En las mujeres, la oxitocina es igualmente liberada en grandes cantidades tras la distensión del cérvix uterino y la vagina durante el parto, así como en la eyección de la leche materna en respuesta a la estimulación del pezón por la succión del bebé, facilitando por tanto el parto y la lactancia.
   En el cerebro parece estar involucrada en el reconocimiento y establecimiento de relaciones sociales y podría estar involucrada en la formación de relaciones de confianza y generosidad​ entre personas.

  Ejemplo de ello es que investigaciones han descubierto que la ausencia de la hormona oxitocina podría jugar un papel relevante en la aparición del autismo.​ También se piensa que su función está asociada con el contacto y el orgasmo.

Evolución

   Virtualmente todos los vertebrados tienen una hormona nonapeptídica similar a la oxitocina que facilita las funciones reproductivas y una hormona nonapeptídica similar a la vasopresina involucrada en la  regulación hídrica o retención de líquidos

   Los dos génes se encuentran siempre uno cercano al otro (separados por menos de 15.000 pares de bases) en el mismo cromosoma y se transcriben en direcciones opuestas. Se piensa que ambos génes  resultaron de un evento de duplicación génica; el gen ancestral se estima que tiene unos 500 millones de años y se encuentra en coclostomos. 

Las plantas poseen su similar de expulsión del fruto conocida en fisiología vegetal como: ácido abscísico (ABA), es un regulador terpenoide sintetizada en las hojas, tallos, raíces y frutos verdes, establece la dormancia en la semillas y otros órganos vegetales, además de ayudar al vegetal a adaptarse a la escacez de agua.
  • Debido a su similitud con la vasopresina, puede reducir ligeramente la excreción de orina. Más importante, en algunas especies, la oxitocina puede estimular la excreción de sodio por los riñones (natriuresis), y en humanos, dosis altas de oxitocina pueden dar lugar a hiponatremia.
  • La oxitocina y sus receptores se encuentran también en el corazón,y la hormona puede jugar un papel importante en el desarrollo del sentimiento del amor, que le sucede al ser humano cuando se enamora,conductas tales como palpitaciones, activación de las glándulas sudoripadas.
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La oxitocina es una hormona que actúa como tal, es decir, desencadenando una serie de efectos beneficiosos para el funcionamiento del organismo.
Pero, a diferencia de muchas hormonas, también tiene una función neurotransmisora. Es decir, ayuda a que se transmitan las órdenes entre las neuronas del organismo, un hecho en el que basa su funcionamiento el sistema nervioso.
Para ayudar a comprender mejor su importancia en el cuerpo humano, a continuación se exponen sus principales efectos, tanto en su forma de hormona, como en la de neurotransmisor.
• Relación padre / madre – hijo: Esta hormona es capaz de estimular el cerebro de la forma necesaria para que creen lazos entre los padres y sus descendientes y viceversa. Provoca desde el conocido sentimiento de protección maternal hasta la capacidad de los bebés de reconocer la voz de sus padres. Se han realizado estudios en laboratorio con roedores en las que se les ha inhibido la producción de esta hormona. ¿Qué ocurría entonces? Que mostraban una cierta desafección hacia sus crías. Esto prueba la importancia de esta hormona para fomentar el brote y el mantenimiento de la relación entre padre / madre e hijos.
• Estimulación sexual: Es quizá la reacción más conocida de todas las que provoca esta hormona. De ahí que se le haya apodado como “la hormona del amor”. Sobre esto se han realizado diferentes pruebas en laboratorio y se ha descubierto que los roedores a los que se les inyectaba esta hormona en el sistema nerviosa tenían erecciones espontáneas, sin embargo, son cantidades poco significativas con una duración (vida media) no mayor a 6 minutos. Recordemos que su función es expulsar: bebé, leche, semen, lubricante.
• Monogamia: Existen estudios muy interesantes a este respecto que indican que la oxitocina juega un importante papel en el cerebro de hombres y mujeres para el establecimiento de lazos entre ellos que les lleven a decidirse por la monogamia. Por eso, en algunos círculos se le ha comenzado a conocer como la “hormona de la fidelidad”. el problema es que el exceso de esta hormona puede provocar en la pareja un apego materno/ infantil con el costo ya demostrado en conductas de riesgo y agresión familiar principios de paranoia representados en claustrofobia y necesidad de huir del macho.
• Autoestima: Un hecho científicamente probado es que la oxitocina provoca distintos cambios en el comportamiento y es capaz de subir el estado de ánimo. ¿Eso qué quiere decir? Que promueve la adquisición de una mayor autoestima y reducción de las denominadas “patologías sociales”.
• Autismo: Neurobiológicamente si la madre no manifiesta alegría al saber que esta embarazada, o su vida personal se encuentra bajo situaciones de elevado estrés constante, no produce suficiente oxitocina dañando la maduración de las áreas motoras como las neuronas espejo (visomotoras) encagadas de imitar a la madre al nacer y sus primeros 30 meses de vida, se ha detectado en reiteradas ocasiones que los niños autistas tienen un mucho menor nivel de oxitocina en sangre que los que no padecen este problema, por lo que su aplicación médica en el futuro (en forma de medicamento) podría paliar este problema.
• Empatía y generosidad: Por empatía se entiende a la capacidad de los seres humanos de poder ponerse en el lugar de otro individuo y comprender su situación. Pues bien, la oxitocina es capaz de estimular el cerebro para que desencadene este proceso. También está detrás de determinadas acciones filantrópicas y generosas, según han demostrado estudios sobre personas a las que se les ha administrado previamente a llevarlas a cabo. Donde el exceso puede inducir a una maternidad social inmadura tratando a todos como "hijos", generando apegos infantiles y codependencias como las mas estudiada relación del alcohólico activo y alcohólica seca sobreprotectora con la esperanza de que alguien cambie por amor ajeno.
• Aprendizaje: Se ha demostrado que las personas a las que se administra oxitocina tienen una menor capacidad de aprendizaje en ese momento, aunque no se ha conseguido adivinar la causa de este cambio en el patrón cerebral, solo recomendable en ausencia de dicha hormona como en pacientes autistas con baja nivel de aprendizaje, bajo una estricta vigilancia neuronal de conducta ya que puede causar descontrol fisiológico como cambios emocionales bruscos y alcanzar niveles iracundos con epilepsia o convulsiones por ausencia de inhibidores neuronales.

Efectos secundarios por exceso de Oxitocina como fármaco

La oxitocina es un medicamento que siempre es administrado con extremas precauciones, ya que puede provocar efectos secundarios graves en el organismo. Siempre que un médico la introduce en un paciente es porque ha realizado un completo estudio previo de él y ha descartado los posibles riesgos que se asocian a su aplicación.
Las principales contraindicaciones que se han observado con esta hormona son las siguientes:
• En el parto, su aparición genera una serie de reacciones en la madre y su hijo:
- En la madre: Es habitual que tenga un efecto diurético, por lo que es conveniente que siempre permanezca hidratada. En 1 de cada 100 casos puede estar detrás de la rotura uterina.
- En el hijo: Puede provocar taquicardia en el feto, así como una carencia de oxígeno. Normalmente, desaparecen cuando se corta la administración de oxitocina. Si no fuera así, sería necesario realizar una cesárea de forma urgente.
• Antes del parto: Su uso tan sólo está recomendado para el parto, pues durante el embarazo podría provocar un aborto.
• En el sistema cardiovascular: Puede provocar taquicardia, hipertensión en las arterias, arritmias o un aumento fatal de la carga cardíaca.
• En el sistema nervioso: Puede ser el desencadenante de ataques epilépticos o hemorragias cerebrales.
• Efectos psicológicos: Su administración puede provocar dificultades para retener información o cambios de ánimo bruscos.

   CONCLUSIONES:

    La oxitocina es una hormona interesante ya que sus funciones en el organismo van más allá del útero porque viaja desde el cerebro hasta el corazón, riñón, ovario y endotelio vascular, activa o modula una amplia gama de funciones fisiológicas: antidiurética, mitógena, efectos cardiovasculares en situaciones de estrés que condicionan un alto control vaginal y las emociones como la felicidad, la atracción, el amor, el afecto y el odio, después del estrés. (ver Proxemia y Hormona del Crecimiento)

   En Obstetricia, la oxitocina se indica para inducir, conducir el trabajo de parto y para controlar la hemorragia obstétrica. Aún no se sabe con exactitud si deben indicarse dosis máximas o mínimas para la inductoconducción del trabajo de parto; por eso se necesita más investigación de los receptores centrales y periféricos.

 Los efectos adversos hasta ahora documentados han sido subvalorados, el Institute for Safe Medication Practices la considera un medicamento con mayor riesgo de daño.
 Bióloga Atzimba Prescott

viernes, 28 de septiembre de 2018

INSTINTO DEL HAMBRE parte 4


CONCENTRACIÓN EN LA COMIDA

"habrá visto alguna vez 
a un voraz impaciente devorador,
comportándose como un niño de pecho"

   Constituye los "medios con los que" se elimina el cuello de botella de las inhibiciones mentales. Si usted descubre que resta importancia a los capítulos sobre el instinto de hambre y especialmente si siente deseos de pasarlos por alto, puede tomar esto como una indicación de que tiene inhibiciones dentales y actitudes neuróticas muy arraigadas.

   Permítaseme explicar una vez más, con brevedad, la diferencia fundamental entre los estadios predental y dental. El niño de pecho se concentra activamente en una sola acción —el mordisco de dependencia. Este mordisco de dependencia significa la creación de un vacío que es similar al de un casquete de goma cuando se presiona contra una ventana. No hay necesidad de sostenerlo mientras prosigue la acción de succionar. Después del mordisco de dependencia preliminar cesa la actividad consciente del niño. El niño de pecho, para mantener el vacío, prosigue realizando movimientos inconscientes subcor-ticales. Durante este periodo al niño le va entrando cada vez más sueño hasta que, finalmente, queda dormido. Interpretamos la "sonrisa" del niño ya alimentado como expresión de felicidad, pero simplemente es relajación completa, el colapso del mordisco de dependencia motor.

 De este cuadro debemos sacar dos conclusiones.

   En primer lugar, el ritmo de alimentación del niño de pecho, con su tensión decreciente, muestra una curva por completo distinta de la curva de la gratificación sexual con su tensión creciente y una declinación drástica —un hecho que proporciona una prueba ulterior contra la teoría de la libido.

   La segunda conclusión, que a este respecto nos interesa más, es el hecho de que el niño de pecho necesita tan sólo un instante de concentración, mientras que el adulto, en su necesidad de enfrentarse a alimentos sólidos, tiene que concentrarse durante todo el proceso de comer.

   La asimilación apropiada del alimento sólido requiere la concentración continua y consciente en la destrucción, el gusto y la "sensación" del material ingerido continuamente cambiante.

Carece de utilidad tratar de corregir el propio comer en tanto que no se comprenda perfectamente esta diferencia fundamental.

   No debería ser difícil, ya que en cierto momento uno debe haber visto a algún voraz, impaciente devorador que comportándose como un niño de pecho, manifestando interés real por el alimento sólo antes de la comida; en cuanto se sienta a la mesa, su comportamiento manifiesta las características del mordisco de dependencia; se concentra sólo en el primer gusto y mordisco; luego, como el niño de pecho, cae en un estado de trance, al menos por lo que se refiere al proceso de comer, invirtiendo su interés en pensar, sueños diurnos, la conversación o la lectura.

 El alimento sólido desciende por su garganta "como si" fuera una bebida y su incapacidad para producir un cambio en la estructura y sabor de su aumento (exactamente como no se realiza un cambio en la estructura o sabor de la bebida) se refleja en su actitud básica hacia la vida.

 Tiene miedo o es incapaz de producir cambios en sí mismo o en su medio ambiente, aun cuando sería deseable. No puede decir "no", ya que teme que la benevolencia podría transformarse en antagonismo. Se apega a costumbres gastadas en vez de remplazarías por instituciones mejores y teme al riesgo que un cambio total, aún en una situación con buenas perspectivas, podría implicar.

   Nunca conseguirá independencia, por resultarle la confluencia con su medio ambiente tan deseable como la confluencia con su madre para.el niño de pecho. No se ha logrado el sentimiento de individualidad que exige la percepción de fronteras que separan. O también, se ha levantado un muro artificial, representado por el apretamiento de la boca, la negativa a tener contacto alguno con el mundo, que lleva a soledad, falta de interés y contacto, misantropía y aburrimiento. 

   Los dos fenómenos, la confluencia completa (falta de individualidad) y la resistencia completa contra la confluencia (simulación de una individualidad) podemos encontrarlos como extremos en los síntomas de automatismo y negativismo en la demencia precoz.

 En la primera fase, el paciente sigue en forma automática cualquier orden que se le dé, y en la última, hace exactamente lo opuesto de lo que se le ha dicho. En casos menos extremos encontramos excesiva obediencia y desafío.

comes, bebes o tragas los alimentos

F S Perls en su libro: "Yo, hambre y agresión"

jueves, 20 de septiembre de 2018

INSTINTO DEL HAMBRE parte 3


AGRESIÓN BIOLÓGICA O PARANOICA

morder nos libera de agresión, 
moler los alimentos con los dientes es masticar,
masticar nos libera de agresión

   No cabe duda que la humanidad sufre de agresión individual suprimida y ha llegado a ser el ejecutor y la víctima de tremendas cantidades de agresión colectiva puesta en libertad. Anticipando una tesis que se probará más tarde podría decir: 

 La agresión biológica se ha convertido en agresión paranoica.

   La agresión tiene un objetivo en común con la mayoría de las emociones: no una descarga sin sentido, sino más bien una aplicación. Las emociones pueden ser excedentes del organismo (es decir, el organismo puede verse en la necesidad de liberarse de ellos), pero hay una diferencia clara entre emociones y simple desperdicio. El organismo debe liberarse de ciertos desperdicios, tales como la orina, y no se preocupa de dónde y cómo logra este fin —pero no hay contacto biológico entre la orina y el mundo exterior. Por otro lado, la mayoría de las emociones requieren como objeto al mundo. Se puede elegir un substituto, como golpear a un perro en vez de a un amigo, ya que el afecto necesita cierto tipo de contacto; pero como otras emociones, no proporcionará satisfacción si se le descarga sin sentido. 

   En el caso de la agresión sublimada es fácil procurar un objeto: el problema puede ser una nuez difícil de cascar, un taladro que muerde el metal, los dientes de una sierra que cortan la madera. Todas estas son salidas excelentes para la agresión, pero nunca se equipararán a la agresión dental, cuya aplicación servirá para diversos propósitos: uno se libra de la irritabilidad y no se castiga poniéndose de mal humor o pasando hambre —desarrolla inteligencia y tiene buena conciencia, porque ha hecho algo "bueno por la propia salud".

   He asentado que la agresión es ante todo una función del instinto de hambre. En principio, la agresión puede ser parte de cualquier instinto —tómese, por ejemplo el papel que la agresión juega en la persecución del objeto sexual. Los términos destrucción, agresión, odio, rabia y sadismo se emplean en la literatura psicoanalítica casi como sinónimos y uno nunca sabe en definitiva si se hace referencia a una emoción, a una función o a una perversión. Aunque nuestro conocimiento no ha avanzado lo suficiente como para hacer distinciones claras, sin embargo deberíamos intentar poner cierto orden en esta terminología. 

Cuando la tensión de hambre se hace alta, el organismo ordena las fuerzas a su disposición. 

   Se experimenta el aspecto emocional de este estado primero como irritabilidad no diferenciada, después como ira y finalmente como rabia. La rabia no es idéntica a la agresión, pero encuentra su desahogo en la agresión, en la inervación del sistema motor como el medio para conquistar el objeto necesitado. Después del "matar", ha de atacarse al alimento mismo; los instrumentos, los dientes, siempre están listos, pero requieren las fuerzas motoras para realizar la tarea. 

   El sadismo pertenece a la esfera de la agresión "sublimada" y casi siempre se encuentra mezclada con impulsos sexuales.La sublimación del instinto de hambre, en cierto modo, es más fácil, y en cierto modo, más difícil que la del instinto sexual: más fácil en cuanto que siempre encontramos objetos para la agresión (todo trabajo, especialmente todo trabajo manual, sublima la agresión —un herrero o un leñador no agresivo es una paradoja).

  Lo peligroso de un instinto es pretender apagarlo y lo único que se logra es descomponer su función vital para convertirlo en adicción a la autodestrucción.

No es posible apagar las pulsiones de vida, se debe educar y redirigir.

  .

                                                                                                                                     F.S. Perls en su libro "YO, HAMBRE Y AGRESIÓN" pp 151-153

INSTINTO DEL HAMBRE parte 2



LAS RESISTENCIAS


"para el animal no existe la necesidad de 
devolver el alimento que le disgusta. 
No come ningún alimento que no desea"


      La repugnancia es una resistencia oral de mucha importancia. Es un síntoma prominente (especialmente como estar harto) en la neurastenia. La repugnancia reprimida desempeña un papel esencial en el carácter paranoico. He observado un caso límite entre paranoia y carácter paranoico que sufría de vómitos repetidos, pero sin la experiencia emocional de la repugnancia. No se pudieron descubrir bases "orgánicas". La repugnancia es esencialmente un fenómeno humano. Aunque hay algunas observaciones sobre animales (especialmente domesticados ) en esta dirección, se puede decir, como regla general, que para el animal no existe la necesidad de devolver el alimento que le disgusta. No come ningún alimento que no desea. 

   Según la teoría del instinto representada en este libro, un trozo de carne tirado en un prado no existe para la vaca, nunca llega a convertirse en "figura", no la come y por ello no le produce repugnancia. Sin embargo, en el entrenamiento del ser humano, la repugnancia desempeña un papel importante.


   La repugnancia significa la no aceptación, el rechazo emocional del alimento por el organismo propiamente dicho, ya sea que el alimento esté realmente en el estómago o garganta o tan sólo se imagine que está allí. Por decirlo de algún modo, ha escapado a la censura del gusto y ha llegado hasta el estómago. Cuando una persona, al ver algo podrido (o cualquier cosa que suscita su aversión) siente asco, se comporta "como si" lo que le asquea estuviera ya en su estómago. Experimenta sensaciones que varían desde una molestia ligera hasta un estado bilioso — hasta podría vomitar, aunque lo que le repugna está en realidad fuera de él. 


   Este tipo de resistencia pertenece a la clase de aniquilación. Hay una resistencia adicional de importancia especial, una resistencia contra la resistencia: la represión de la repugnancia. Por ejemplo, un niño al que le disgusta por completo cierto alimento puede sentirse asqueado y vomitarlo.

   Se castiga al niño, porque se supone que ha de comer de todo, y se le obliga una y otra vez a comer el alimento que le disgusta. De esta forma, al buscar un modo de salir del conflicto, engulle el alimento rápidamente (para evitar el sabor molesto) y trata, en la mayoría de los casos con éxito, de no saborear cosa alguna. De esta forma desarrolla una falta de gusto, una frigidez oral. Uso con toda intención el término frigidez, ya que este proceso se parece mucho a aquel por el cual una mujer, temerosa por diversas razones de sus sensaciones genitales, desarrolla frigidez, capacitándose así, por un lado, a "sufrir" la aproximación sexual del hombre, y por otro, ahorrándose los conflictos que surgirían entre ellos si ella cediera a su repugnancia y temor. 

   El que no emplea sus dientes mutilará su habilidad para emplear sus funciones destructivas en su propio provecho. Debilitará sus dientes y contribuirá a su deterioro. El hecho de no preparar su alimento físico para la asimilación tendrá repercusiones en su estructura caractereológica y sus actividades mentales. En los peores casos de pobre desarrollo dental las gentes siguen, por así decir, siendo niños de pecho por toda la vida. Aunque rara vez nos encontramos con alguien que haya permanecido como niño de pecho completo, que nunca haga uso de sus dientes, encontramos a muchas personas que limitan sus actividades dentales a alimento suave, que se licúa con facilidad, o a alimento quebradizo, que produce la impresión de que se emplean los dientes, pero que no requiere realizar una cantidad substancial de esfuerzo. 

El niño de pecho es dependiente de su madre, y las personas que retienen esta actitud durante la vida siguen siendo codependientes ilimitados (por ejemplo, chupadores de sangre, vampiros o buscadores de oro). Esperan siempre algo a cambio de nada.

No han alcanzado el equilibrio necesario para la vida de adulto: el principio de dar y tomar. 

  Como no es probable que la gente llegue muy lejos con un carácter así o lo ocultan o pagan por él indirectamente. Se reconoce a esta gente por su modestia exagerada o por su falta de consistencia. En la mesa, este codependiente inhibido se ve en aprietos ante cada plato que se le ofrece, pero una observación más de cerca revelará muy pronto la voracidad que existe detrás de la modestia. Arrebata los dulces cuando nadie observa, y se presentará astutamente y con muchas disculpas con exigencias cada vez mayores. Dale la mano y se tomará todo el cuerpo. Convierte en sacrificio el menor favor que hace y espera por él un premio de gratitud y alabanza. La mayor parte de las veces sus dones son promesas vacías, halagos mezquinos y comportamiento servil. 

   Su opuesto es el codependiente sobrecompensado que no considera el alimento como algo entendido, sino que vive en un miedo inconsciente y permanente de inanición. Se le encuentra con frecuencia entre servidores públicos que sacrifican su individualidad e independencia a cambio de seguridad. Yace en el seno del Estado, confiando en una pensión de ancianidad y asegurando con ello su alimento para el resto de sus días. Una ansiedad semejante impulsa a muchos a acumular dinero y cada vez más dinero, para que el interés (la leche) del capital (la madre) fluya sin cesar. Ya es suficiente en cuanto al aspecto caractereólógico del cuadro. El descubrimiento de los orígenes en el pasado no es idéntico a una cura en el presente.

 El pensamiento histórico simplemente ayuda a comprender el carácter del codependiente. El simple darse cuenta de su subdesarrollo (sentirlo, como yo le llamo, o la transposición del Inconsciente al Consciente, como Freud le llama) puede hacer que el paciente se sienta avergonzado o acepte su carácter oral. Tan sólo si aprende cómo aplicar sus instrumentos para morder, los dientes, será capaz de superar su subdesarrollo. Así pondrá a trabajar su agresión en su lugar biológico apropiado; ni se sublima, ni se exagera, ni se suprime; por ello armoniza con su personalidad. 



Codependencia y compensacion emocional esta directamente relacionada con los habitos alimenticios infantiles.

                                                                                                                                                            F.S. Perls en su libro "YO, HAMBRE Y AGRESIÓN" pp 145-150

INSTINTO DEL HAMBRE parte 1


Concentración en los alimentos

   "El hambre de alimento mental y emocional 
se comporta como el hambre física." 

   En el primer estadio encontramos el embrión, que es semejante a cualquier otro tejido de la madre; obtiene todo el alimento que requiere vía la placenta y el cordón umbilical —la comida licuefacta y químicamente preparada, lo mismo que la cantidad necesaria de oxígeno. En los primeros estadios estos alimentos son proporcionados a los tejidos sin esfuerzo alguno por parte del feto, aunque más tarde el corazón del embrión toma parte en la distribución. 

   Con el nacimiento el cordón umbilical deja de funcionar, se corta la línea vital entre madre e hijo y para mantenerse vivo, el recién nacido se enfrenta a tareas que — sencillas para nosotros— pueden resultar difíciles para el pequeño organismo. Tiene que proporcionarse su propio oxígeno, es decir, comenzar a respirar, y tiene que asimilar el alimento, no se requiere todavía desmenuzar estructuras sólidas, pero se deben reducir y diluir químicamente las moléculas de proteínas de la leche en substancias más simples. Sin embargo, el niño recién nacido debe desempeñar un papel activo consciente: el mordisco de dependencia. 

   En la siguiente fase brotan los dientes anteriores del niño y con ello aparecen los primeros medios para atacar alimento sólido. Estos dientes anteriores actúan como tijeras, implicando también el uso de los músculos de la mandíbula, aunque en nuestra civilización su empleo se ve remplazado con frecuencia por el del cuchillo, con el resultado del deterioro de los dientes y su función. La tarea de los dientes es destruir la estructura bruta del alimento. Los pezones de la madre se convierten en "algo" que morder. 

   Los golpes repetidos condicionarán al niño a una inhibición del morder. El morder se identifica con hacer daño y recibir daño. Sin embargo, el trauma de retribución no se encuentra con tanta frecuencia como la frustración traumática debida al retiro del pecho (destete prematuro o repentino). Cuanto más se inhibe la actividad de morder, menos desarrollará el niño la capacidad para manejar un objeto en caso de que y cuando la situación lo exija. 

   Si el desarrollo dental se detuviera después de la aparición y empleo de los dientes anteriores, seríamos capaces de morder un trozo bastante grande en pedazos pequeños, pero la digestión de esos pedazos pondría a prueba nuestro aparato químico y requeriría un tiempo considerable. Al reducirse una substancia a partes más pequeñas, mayor es la superficie que ofrece a la acción química. La tarea de los molares es destruir los pedazos de alimento; la masticación es el último estadio de la preparación mecánica para el siguiente ataque por medio de los jugos químicos del cuerpo. La mejor preparación para una digestión conecta es reducir el alimento a una pulpa casi fluida mezclándolo completamente con saliva. 

   Pocas personas se dan cuenta de que el estómago es simplemente cierto tipo de piel incapaz de habérselas con pedazos. El organismo, a veces, para compensar la falta de masticación, produce una cantidad excesiva de ácido estomacal y pepsina. No obstante, este ajuste entraña el peligro de desarrollar una úlcera gástrica o duodenal

   Los diferentes estadios del desarrollo del instinto de hambre pueden clasificarse como:
  •  prenatal (antes del nacimiento) 
  •  predental (mamar)
  •  incisivo (morder) y 
  •  molar (morder y masticar). 

   Antes de entrar en detalles del aspecto psicológico de estos diferentes estadios me gustaría detenerme en un tema ya tocado antes: el tema de la impaciencia. Muchos adultos tragan el alimento sólido "como si" fuera líquido, algo que se debe pasar a tragos. A este habito le caracteriza siempre la impaciencia. Exigen la satisfacción inmediata de su hambre —no han desarrollado interés por destruir el alimento sólido-. Su impaciencia se combina con voracidad e incapacidad para lograr satisfacción, un hecho que aclararemos más tarde.

   Para percibir la íntima relación entre voracidad e impaciencia, tan sólo hay que observar la excitación, voracidad e impaciencia de un niño de pecho cuando bebe. La función de contacto del niño de pecho se restringe al mordisco de dependencia y el resto de la alimentación es confluencia (fluere = fluir). Cuando los adultos tienen mucha sed, se comportan en forma parecida sin ver nada malo en ello. Pero la gente que engulle alimentos sólidos confunde lo sólido con lo líquido, con el resultado de que ni desarrollan la capacidad para masticar, para hacer un trabajo completo, ni la capacidad para permanecer en suspenso. 

   Hagan una comparación entre el que come impacientemente (que desde luego siempre encontrará una excusa para su prisa, como "no tener tiempo") con la persona que espera el tranvía. Para la mente del que come vorazmente, llenar la boca es en cierto sentido una "figura", como lo es el tranvía para el que impacientemente lo espera. En ambos casos se espera la confluencia, aquí el flujo conjunto de imagen y realidad, y sigue siendo el impulso primario. El llenar la boca no se retrotrae hacia el fondo, como debiera ser, y el placer de saborear y la destrucción del alimento no llega a ser el centro de interés —"la figura". 

   Sobre todo, permanece sin gratificación la tendencia destructora, que debería tener su salida biológica natural en el empleo de los dientes. Encontramos aquí las mismas funciones de más y menos qué en las evitaciones. La función destructora, aunque en sí no es un instinto, sino un instrumento muy poderoso del instinto de hambre, es "sublimada" —apartada del objeto "alimento sólido". Se manifiesta en forma nociva: matar, hacer guerra, crueldad, etc., o por medio de retroflexión, como torturadora y hasta autodestrucción. 

   Se trata con frecuencia a experiencias puramente mentales (deseos, fantasías, soñar despierto) "como si" fueran realidades objetivas. En las neurosis obsesivas y en otras se puede, por ejemplo, advertir que un deseo de hacer algo prohibido es tratado y castigado por la conciencia de una forma similar a como las autoridades legales castigan la mala acción real. De hecho, muchos neuróticos no pueden establecer diferencia entre una mala acción imaginaria y una real. En las psicosis la confluencia de imaginación y realidad con frecuencia conduce al paciente no sólo a esperar, sino a infligir castigo real por acciones imaginarias. 

   El hambre de alimento mental y emocional 
se comporta como el hambre física. 

   K. Horney observa atinadamente que el neurótico vive permanentemente ávido de afecto, pero que su avidez nunca se ve satisfecha. Un factor decisivo en este comportamiento del neurótico es que no asimila el afecto que se le ofrece. O se niega a aceptarlo o lo implora, de tal forma que le resulta molesto o sin valor en cuanto lo ha obtenido. 

   Del mismo modo que. estas personas no tienen paciencia para masticar el alimento real, así tampoco se dan el tiempo suficiente para "masticar" el alimento mental. Como la época moderna promueve el comer apresuradamente en gran medida, no es sorprendente oír al astrónomo que dijo: 

"hay dos cosas infinitas, hasta donde sabemos, el universo y la estupidez humana". 

Hoy sabemos que esta afirmación no es muy correcta.
 Einstein ha demostrado que el universo tiene límites. 

F.S. Perls en su libro "YO, HAMBRE Y AGRESIÓN" pp 140-144


domingo, 4 de marzo de 2018

Silencio Terapia


   
SILENCIO

 Por qué el silencio es tan importante para nuestro cerebro

 “El ruido innecesario
 es la falta de atención más cruel
que se le puede infligir a una persona,
 ya esté sana o enferma”.

   Afirmó Florence Nightingale, una mujer extraordinaria considerada precursora de la enfermería moderna. Casi dos siglos más tarde, la ciencia ha confirmado que nuestro cerebro necesita el silencio casi tanto como nuestros pulmones el oxígeno. El silencio contribuye a regenerar el cerebro

Nada fortifica tanto las almas como el silencio.
(Jacinto Benavente)

   Hasta hace poco se pensaba que las neuronas no podían regenerarse y que nuestro cerebro estaba condenado a un declive progresivo e inexorable. Sin embargo, con el descubrimiento de la neurogénesis todo ha cambiado, ahora los neurocientíficos se centran en descubrir qué puede promover la regeneración neuronal.

   En este sentido, un grupo de investigadores alemanes del Research Center for Regenerative Therapies Dresden han descubierto que el silencio tiene un impacto enorme en el cerebro. Estos científicos comprobaron que en el cerebro de los ratones que se quedaban en silencio durante dos horas cada día crecían nuevas células en el hipocampo, la región del cerebro relacionada con la memoria, las emociones y el aprendizaje.

   Además, constataron que esas nuevas células eran capaces de diferenciarse e integrarse en el sistema nervioso central para cumplir diferentes funciones. Por tanto, reservar algunos minutos al día para estar en completo silencio podría ser muy beneficioso para nuestro cerebro, ayudándonos a conservar la memoria y a ser más flexibles ante los cambios.

El silencio permite que el cerebro le dé sentido a la información.

   Nuestro cerebro tiene una “red por defecto” que se activa cuando estamos descansando. Esa red se encarga de evaluar las situaciones e información a la que nos hemos expuesto a lo largo del día y las integra en nuestra memoria o las descarta si son irrelevantes.


Básicamente, esa red funciona reclutando una serie de regiones del cerebro, que son las encargadas de seguir trabajando por debajo del nivel de la conciencia. También es la principal responsable de los destellos de genialidad ya que se encarga de ir atando cabos y buscar soluciones a los problemas.

   Recientemente, investigadores de la Universidad de Harvard descubrieron que esa red se activa de forma especial cuando reflexionamos sobre nosotros mismos, por lo que sería esencial para reafirmar nuestra identidad. Estos investigadores también apreciaron que la red por defecto se activa cuando estamos en silencio y con los ojos cerrados ya que cualquier estímulo del medio que nos distraiga la “apagaría”.
El silencio es el elemento
en el que se forman todas
las cosas grandes.
(Thomas Carlyle)

El silencio es el mejor antídoto contra el estrés

   Las ondas del sonido provocan vibraciones en los pequeños huesos del oído, los cuales transmiten el movimiento a la cóclea, donde esas vibraciones se convierten en señales eléctricas que llegan hasta el cerebro. El problema radica en que nuestro cuerpo está programado para reaccionar de manera inmediata ante esas señales, incluso en medio de un sueño profundo. Por eso, el ruido provoca una activación de la amígdala, la cual responde estimulando la producción de hormonas como la adrenalina y el cortisol, que incrementan nuestro nivel de estrés.

   Por eso, no es extraño que un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Cornell haya descubierto que los niños que viven en zonas cercanas a los aeropuertos, donde hay mucho ruido, son más vulnerables al estrés. De hecho, estos niños tenían una presión arterial más alta y niveles más elevados de cortisol.

   Afortunadamente, el silencio tiene el efecto opuesto en nuestro cerebro. Mientras el ruido causa tensión y estrés, el silencio tiene un efecto sanador y relajante. Así lo comprobaron investigadores de la Universidad de Pavia, quienes descubrieron que: Tan solo dos minutos en silencio absoluto son más beneficiosos que escuchar música relajante y provocan una mayor disminución de la presión sanguínea.

    La mejor terapia para el enfermo emocional de lenguaje: “neurótico”, ponerlo en silencio absoluto por 28 días lo desconecta de la drogadicción de adrenalina que le produce gritar sin sentido de realidad y con un disco rayado del pasado “me hicieron, me dijeron”.

Disfruta del silencio. Tu cerebro, tu cuerpo y tu mente te lo agradecerán.

Etologia Humana Atzimba
los beneficios del silencio