CONCENTRACIÓN EN LA COMIDA
"habrá visto alguna vez
a un voraz impaciente devorador,
comportándose como un niño de pecho"
Constituye los "medios con los que" se elimina el cuello de botella de las inhibiciones mentales. Si usted descubre que resta importancia a los capítulos sobre el instinto de hambre y especialmente si siente deseos de pasarlos por alto, puede tomar esto como una indicación de que tiene inhibiciones dentales y actitudes neuróticas muy arraigadas.
Permítaseme explicar una vez más, con brevedad, la diferencia fundamental entre los estadios predental y dental. El niño de pecho se concentra activamente en una sola acción —el mordisco de dependencia. Este mordisco de dependencia significa la creación de un vacío que es similar al de un casquete de goma cuando se presiona contra una ventana. No hay necesidad de sostenerlo mientras prosigue la acción de succionar. Después del mordisco de dependencia preliminar cesa la actividad consciente del niño. El niño de pecho, para mantener el vacío, prosigue realizando movimientos inconscientes subcor-ticales. Durante este periodo al niño le va entrando cada vez más sueño hasta que, finalmente, queda dormido. Interpretamos la "sonrisa" del niño ya alimentado como expresión de felicidad, pero simplemente es relajación completa, el colapso del mordisco de dependencia motor.
De este cuadro debemos sacar dos conclusiones.
En primer lugar, el ritmo de alimentación del niño de pecho, con su tensión decreciente, muestra una curva por completo distinta de la curva de la gratificación sexual con su tensión creciente y una declinación drástica —un hecho que proporciona una prueba ulterior contra la teoría de la libido.
La segunda conclusión, que a este respecto nos interesa más, es el hecho de que el niño de pecho necesita tan sólo un instante de concentración, mientras que el adulto, en su necesidad de enfrentarse a alimentos sólidos, tiene que concentrarse durante todo el proceso de comer.
La asimilación apropiada del alimento sólido requiere la concentración continua y consciente en la destrucción, el gusto y la "sensación" del material ingerido continuamente cambiante.
Carece de utilidad tratar de corregir el propio comer en tanto que no se comprenda perfectamente esta diferencia fundamental.
No debería ser difícil, ya que en cierto momento uno debe haber visto a algún voraz, impaciente devorador que comportándose como un niño de pecho, manifestando interés real por el alimento sólo antes de la comida; en cuanto se sienta a la mesa, su comportamiento manifiesta las características del mordisco de dependencia; se concentra sólo en el primer gusto y mordisco; luego, como el niño de pecho, cae en un estado de trance, al menos por lo que se refiere al proceso de comer, invirtiendo su interés en pensar, sueños diurnos, la conversación o la lectura.
El alimento sólido desciende por su garganta "como si" fuera una bebida y su incapacidad para producir un cambio en la estructura y sabor de su aumento (exactamente como no se realiza un cambio en la estructura o sabor de la bebida) se refleja en su actitud básica hacia la vida.
Tiene miedo o es incapaz de producir cambios en sí mismo o en su medio ambiente, aun cuando sería deseable. No puede decir "no", ya que teme que la benevolencia podría transformarse en antagonismo. Se apega a costumbres gastadas en vez de remplazarías por instituciones mejores y teme al riesgo que un cambio total, aún en una situación con buenas perspectivas, podría implicar.
Nunca conseguirá independencia, por resultarle la confluencia con su medio ambiente tan deseable como la confluencia con su madre para.el niño de pecho. No se ha logrado el sentimiento de individualidad que exige la percepción de fronteras que separan. O también, se ha levantado un muro artificial, representado por el apretamiento de la boca, la negativa a tener contacto alguno con el mundo, que lleva a soledad, falta de interés y contacto, misantropía y aburrimiento.
Los dos fenómenos, la confluencia completa (falta de individualidad) y la resistencia completa contra la confluencia (simulación de una individualidad) podemos encontrarlos como extremos en los síntomas de automatismo y negativismo en la demencia precoz.
En la primera fase, el paciente sigue en forma automática cualquier orden que se le dé, y en la última, hace exactamente lo opuesto de lo que se le ha dicho. En casos menos extremos encontramos excesiva obediencia y desafío.
comes, bebes o tragas los alimentos |
F S Perls en su libro: "Yo, hambre y agresión"
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