martes, 25 de abril de 2017

TRASTORNOS ALIMENTICIOS Y HOMEOSTASIS

TRASTORNOS DEL COMPORTAMIENTO ALIMENTARIO Y HOMEOSTASIS

   Si bien es clara la utilidad conceptual y metodológica de la noción de homeostasis para entender el fenómeno alimentario, en especial en los mamíferos superiores, al mismo tiempo es necesario considerar sus límites o restricciones ante las nuevas condiciones ambientales que la vida actual ha determinado. La idea del mantenimiento de un equilibrio interno del organismo se ha objetado por los llamados trastornos o alteraciones alimentarias que parecen no atender los mecanismos de autorregulación y que afectan la vida de las personas. La anorexia, bulimia y obesidad son los trastornos que han llamado más la atención, tanto socialmente como a los investigadores en este campo. La anorexia nerviosa se caracteriza por una rápida pérdida de peso que puede acelerarse por el exceso de actividad, el vómito autoinducido y el abuso de laxantes, por un padecimiento endocrino, en particular amenorrea en las mujeres y un miedo excesivo a ganar peso. La bulimia nerviosa en un término que significa comer en exceso. 

   De acuerdo con Palmer, los criterios sugeridos para su diagnóstico son: 
a) los pacientes muestran una urgencia irrefrenable por comer de forma desmedida;
b) sufren por evitar la comida ingerida en exceso y se inducen  el vómito, usan laxantes, o ambas cosas; y, 
c) tienen miedo mórbido a subir de peso. 

   La obesidad es una condición del organismo en la cual la cantidad de grasa en el cuerpo es excesivamente grande y se refleja en el peso corporal.

   En los últimos veinte años, la anorexia y la bulimia han sido fenómenos estudiados de manera amplia, tanto en el laboratorio como en el ámbito clínico. Martínez y Gómez han reseñado las medidas experimentales ideadas en el laboratorio para caracterizar a estos trastornos. Palmer ha documentado la naturaleza de la bulimia, su origen y tratamientos. Szmukler y Froján, González y Cristóbal han documentado el trastorno de la anorexia nerviosa desde una perspectiva clínica y el tratamiento. Bennett también se ha ocupado de los tratamientos de la obesidad.

   Sin duda, comer es una conducta compleja en la que interviene una gama de procesos regulatorios tanto fisiológicos como psicológicos, para el mantenimiento del equilibrio de la economía interna del organismo. Estos autores han documentado la forma en que ciertos neurorreguladores como los neuropéptidos. Y, los opioides péptidos o la corticotropina interactúan con otros reguladores en distintos sitios cerebrales para tratar de explicar desde una perspectiva neural los mecanismos que llevan a comer. En este contexto se analiza la función que desempeñan los neurorreguladores que inician una comida y el valor reforzante de la comida o la saciedad.

   De acuerdo con Leibowitz, recientes estudios farmacológicos han estudiado con mayor precisión la naturaleza del efecto inhibidor de la serotonina en el cerebro (5-hidroxitriptamina) sobre el comportamiento alimentario. Se han identificado los sitios del cerebro y los receptores que participan, y un posible papel fisiológico de la serotonina endógena en el control de los patrones naturales de la comida y la selección de nutrientes. Se ha planteado que una estructura como el hipotálamo medial desempeña una función clave en la mediación de la acción de la serotonina.

    En particular, los núcleos paraventricular y ventromedial están relacionados con el control del equilibrio de energía, en tanto que el núcleo supraquiasmático se ha identificado como determinante de los patrones circadianos de la ingestión. La estimulación de estos tres núcleos serotoninérgica, en conjunto con la serotonina exógena o drogas que liberan serotonina endógena, reduce de forma preferencial la ingestión de carbohidratos en la alimentación natural de animales, mediante los mecanismos de saciedad que participan en la terminación del consumo de alimento.

   Leibowitz ha establecido que este fenómeno de saciedad tiene la clara mediación de la serotonina y tal vez de los receptores de serotonina, lo cual lo diferencia de los autorreceptores inhibidores que a su vez potencian la alimentación, quizá por inhibición de la liberación de serotonina. La actividad de la función serotoninérgica en el hipotálamo medial presenta un ritmo circadiano que se caracteriza por un pico en el inicio del ciclo activo cuando la motivación para comer es más fuerte y se precipita por un déficit en las reservas de energía. En ese momento, los hidratos de carbono adquieren una preferencia natural como macronutriente y al parecer la serotonina se vuelve más activa en estas condiciones para terminar la comida rica en carbohidratos, posiblemente mediante la activación de neuronas de saciedad localizadas en el hipotálamo medial.

     En este proceso la serotonina puede operar en forma antagónica con otros receptores que funcionan con regularidad para aumentar el consumo de carbohidratos en el inicio del ciclo de la alimentación natural. Por otra parte, mientras que se produce la inducción de saciedad de los hidratos de carbono, la serotonina también puede desempeñar un papel en el cambio de la preferencia del animal hacia la proteína. De esta forma, la regulación de este macronutriente está estrechamente ligada a la de los hidratos de carbono, y por lo regular se prefiere en la segunda comida del ciclo de la alimentación natural. La hipótesis de que las alteraciones en función de la serotonina se producen en los trastornos alimentarios encuentra sustento en cierta evidencia farmacológica. En la anorexia nerviosa se ha observado que tiene la función de normalizar la recuperación del peso y en apariencia también tiene efectos sobre el hambre. Ahora bien, estas alteraciones en la función serotoninérgica pueden perpetuar los síntomas de la anorexia nerviosa una vez que el trastorno se inicia. Algunos fármacos que afectan en parte la función serotoninérgica facilitan la ganancia de peso junto con una psicoterapia integrada y un programa de comportamiento.


     Asimismo, Leibowitz informa que se ha encontrado que en los individuos con bulimia nerviosa, al margen de la presencia de otros trastornos como la anorexia nerviosa o la depresión mayor, y en quienes han mantenido un peso corporal relativamente estable y sin episodios de atracones/vómitos por lo menos durante tres semanas, las respuestas de la prolactina a los agonistas de la serotonina decrecen en grado significativo. Estos hallazgos indican que la respuesta postsináptica en las vías serotoninérgica hipotálamo-hipófisis se reduce la bulimia. Alteraciones similares en las vías de la serotonina o por encima del nivel del hipotálamo pueden contribuir a comer en exceso y a la aparición de otros síntomas conductuales en personas bulímicas. 


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