martes, 25 de abril de 2017

TRASTORNOS ALIMENTICIOS Y HOMEOSTASIS

TRASTORNOS DEL COMPORTAMIENTO ALIMENTARIO Y HOMEOSTASIS

   Si bien es clara la utilidad conceptual y metodológica de la noción de homeostasis para entender el fenómeno alimentario, en especial en los mamíferos superiores, al mismo tiempo es necesario considerar sus límites o restricciones ante las nuevas condiciones ambientales que la vida actual ha determinado. La idea del mantenimiento de un equilibrio interno del organismo se ha objetado por los llamados trastornos o alteraciones alimentarias que parecen no atender los mecanismos de autorregulación y que afectan la vida de las personas. La anorexia, bulimia y obesidad son los trastornos que han llamado más la atención, tanto socialmente como a los investigadores en este campo. La anorexia nerviosa se caracteriza por una rápida pérdida de peso que puede acelerarse por el exceso de actividad, el vómito autoinducido y el abuso de laxantes, por un padecimiento endocrino, en particular amenorrea en las mujeres y un miedo excesivo a ganar peso. La bulimia nerviosa en un término que significa comer en exceso. 

   De acuerdo con Palmer, los criterios sugeridos para su diagnóstico son: 
a) los pacientes muestran una urgencia irrefrenable por comer de forma desmedida;
b) sufren por evitar la comida ingerida en exceso y se inducen  el vómito, usan laxantes, o ambas cosas; y, 
c) tienen miedo mórbido a subir de peso. 

   La obesidad es una condición del organismo en la cual la cantidad de grasa en el cuerpo es excesivamente grande y se refleja en el peso corporal.

   En los últimos veinte años, la anorexia y la bulimia han sido fenómenos estudiados de manera amplia, tanto en el laboratorio como en el ámbito clínico. Martínez y Gómez han reseñado las medidas experimentales ideadas en el laboratorio para caracterizar a estos trastornos. Palmer ha documentado la naturaleza de la bulimia, su origen y tratamientos. Szmukler y Froján, González y Cristóbal han documentado el trastorno de la anorexia nerviosa desde una perspectiva clínica y el tratamiento. Bennett también se ha ocupado de los tratamientos de la obesidad.

   Sin duda, comer es una conducta compleja en la que interviene una gama de procesos regulatorios tanto fisiológicos como psicológicos, para el mantenimiento del equilibrio de la economía interna del organismo. Estos autores han documentado la forma en que ciertos neurorreguladores como los neuropéptidos. Y, los opioides péptidos o la corticotropina interactúan con otros reguladores en distintos sitios cerebrales para tratar de explicar desde una perspectiva neural los mecanismos que llevan a comer. En este contexto se analiza la función que desempeñan los neurorreguladores que inician una comida y el valor reforzante de la comida o la saciedad.

   De acuerdo con Leibowitz, recientes estudios farmacológicos han estudiado con mayor precisión la naturaleza del efecto inhibidor de la serotonina en el cerebro (5-hidroxitriptamina) sobre el comportamiento alimentario. Se han identificado los sitios del cerebro y los receptores que participan, y un posible papel fisiológico de la serotonina endógena en el control de los patrones naturales de la comida y la selección de nutrientes. Se ha planteado que una estructura como el hipotálamo medial desempeña una función clave en la mediación de la acción de la serotonina.

    En particular, los núcleos paraventricular y ventromedial están relacionados con el control del equilibrio de energía, en tanto que el núcleo supraquiasmático se ha identificado como determinante de los patrones circadianos de la ingestión. La estimulación de estos tres núcleos serotoninérgica, en conjunto con la serotonina exógena o drogas que liberan serotonina endógena, reduce de forma preferencial la ingestión de carbohidratos en la alimentación natural de animales, mediante los mecanismos de saciedad que participan en la terminación del consumo de alimento.

   Leibowitz ha establecido que este fenómeno de saciedad tiene la clara mediación de la serotonina y tal vez de los receptores de serotonina, lo cual lo diferencia de los autorreceptores inhibidores que a su vez potencian la alimentación, quizá por inhibición de la liberación de serotonina. La actividad de la función serotoninérgica en el hipotálamo medial presenta un ritmo circadiano que se caracteriza por un pico en el inicio del ciclo activo cuando la motivación para comer es más fuerte y se precipita por un déficit en las reservas de energía. En ese momento, los hidratos de carbono adquieren una preferencia natural como macronutriente y al parecer la serotonina se vuelve más activa en estas condiciones para terminar la comida rica en carbohidratos, posiblemente mediante la activación de neuronas de saciedad localizadas en el hipotálamo medial.

     En este proceso la serotonina puede operar en forma antagónica con otros receptores que funcionan con regularidad para aumentar el consumo de carbohidratos en el inicio del ciclo de la alimentación natural. Por otra parte, mientras que se produce la inducción de saciedad de los hidratos de carbono, la serotonina también puede desempeñar un papel en el cambio de la preferencia del animal hacia la proteína. De esta forma, la regulación de este macronutriente está estrechamente ligada a la de los hidratos de carbono, y por lo regular se prefiere en la segunda comida del ciclo de la alimentación natural. La hipótesis de que las alteraciones en función de la serotonina se producen en los trastornos alimentarios encuentra sustento en cierta evidencia farmacológica. En la anorexia nerviosa se ha observado que tiene la función de normalizar la recuperación del peso y en apariencia también tiene efectos sobre el hambre. Ahora bien, estas alteraciones en la función serotoninérgica pueden perpetuar los síntomas de la anorexia nerviosa una vez que el trastorno se inicia. Algunos fármacos que afectan en parte la función serotoninérgica facilitan la ganancia de peso junto con una psicoterapia integrada y un programa de comportamiento.


     Asimismo, Leibowitz informa que se ha encontrado que en los individuos con bulimia nerviosa, al margen de la presencia de otros trastornos como la anorexia nerviosa o la depresión mayor, y en quienes han mantenido un peso corporal relativamente estable y sin episodios de atracones/vómitos por lo menos durante tres semanas, las respuestas de la prolactina a los agonistas de la serotonina decrecen en grado significativo. Estos hallazgos indican que la respuesta postsináptica en las vías serotoninérgica hipotálamo-hipófisis se reduce la bulimia. Alteraciones similares en las vías de la serotonina o por encima del nivel del hipotálamo pueden contribuir a comer en exceso y a la aparición de otros síntomas conductuales en personas bulímicas. 


martes, 18 de abril de 2017

EL SABOR EN LOS ALIMENTOS

EL SABOR DE LOS ALIMENTOS


   Nuestros sentidos del gusto y del olfato figuran entre los más asombrosos laboratorios químicos. En una fracción de segundo pueden identificar la estructura química y la concentración de una gran cantidad de compuestos independientemente de las sustancias con que se encuentren mezclados.

   Cualquier persona que haya estado acatarrada sabe que la percepción del sabor depende del olfato, siendo muy difícil precisar en qué medida interviene éste en aquél. Sin lugar a dudas el olfato es mucho más preciso y sensible que el gusto, además de que actúa a distancia, pues detecta sustancias volátiles. El olfato puede distinguir casi 10,000 olores diferentes.


   Así como hay personas que tienen ceguera a algunos colores, las hay que tienen "ceguera" a algunos sabores y olores, como pueden ser las capsicinas de los chiles.

   En el siglo pasado Hendrik C. Zwaardemaker ideó un sistema para clasificar los olores en términos de nueve fundamentales:

1) Etéreo: frutas, resinas, éter.
2) Aromático: alcanfor, clavo, limón.
3) Fragante: violeta, vainilla.
4) Ambrosiano: ámbar; almizcle.
5) Aliáceo: cloro, ácido sulfhídrico.
6) Empireumático: café tostado, benceno, creosota.
7) Caprílico: queso, grasas rancias.
8) Repulsivo: chinche, hierba mora, belladona, beleño.
9) Fétido: carroña, heces.


   Sin duda muchos olores pueden clasificarse dentro de estos nueve tipos, pero hay muchos otros que escapan de esta división.

   Las células olfatorias, como es sabido, llegan a su umbral de sensibilidad a partir de cierta concentración y duración, lo anterior significa que dejan de detectar cierto olor. Tal fatiga puede considerarse específica para cada olor (pues estimula a los mismos receptores), de manera que un examen de fatiga puede comprobar si un olor es esencialmente el mismo que otro. Los experimentos han mostrado que el alcanfor y el clavo producen el mismo tipo de fatiga, esto es, si el olfato ya no llega a reconocer al alcanfor tampoco reconoce al clavo (ambos están en el mismo grupo de aromáticos de Zwaardemaker).

   Hace casi 40 años Ernest C. Crocker y Lloyd F. Henderson propusieron reducir los olores a sólo cuatro tipos fundamentales, correspondientes a los cuatro tipos de células olfatorias. Según este sistema todos los olores están compuestos de los siguientes:

1) Fragante o dulce.
2) Ácido o amargo.
3) Empireumático o quemado.
4) Caprino.

   Cualquier olor se describe por una fórmula numérica que da la idea de intensidad (de 1 a 8) para cada componente. El olor de una rosa será 6-4-2-3, indicando que es más fuerte en fragancia que en olores empireumático y caprino y que tiene un mediano olor ácido. Con este sistema la vainilla tiene la descripción 7-1-2-2 y el alcohol etílico 5-4-1-4. Con todo, intentar describir el universo de los olores en términos de cuatro tipos básicos es realmente unas sobresimplificación. Basta mencionar que en el olor del café se han identificado... ¡800 compuestos volátiles!

   Hasta donde se sabe los compuestos que tienen olores semejantes tienen átomos agrupados en estructuras semejantes. Así los compuestos que tienen olor a alcanfor poseen pequeños grupos de átomos amontonados junto a un átomo de carbono. Incluso pueden ser grupos de átomos muy diferentes: metil, halógeno, nitro, etc. Sin embargo, en ocasiones la naturaleza del grupo sí interviene en el olor; por ejemplo, si en un compuesto con olor a menta se reemplaza un grupo metil (-CH3) por un hidrógeno (-H) se obtiene olor a alcanfor. Por otro lado, sólo una parte de la molécula tiene importancia en su comportamiento olfatorio.

   En cuanto al sentido del gusto se acepta que hay sabores fundamentales: amargo, salado, dulce y ácido. Sin embargo, hay más de 10,000 compuestos químicos que intervienen en el sabor y olor de los alimentos. Tan sólo en el sabor de chocolate se han identificado 47 compuestos de los que ninguno tiene sabor a chocolate. Éste resulta de la mezcla en proporciones justas de los constituyentes. Y algo parecido ocurre con el pan, la leche, el café, ¡la cerveza!, etcétera.

   El aparato gustativo está colocado principalmente en la superficie superior de la lengua, en la parte posterior de la bóveda del paladar; la epiglotis y el inicio de la garganta. El sabor amargo se identifica en la parte posterior de la lengua, mientras que lo dulce y lo salado se reconoce en la punta y los lados de la lengua. A diferencia del olfato el gusto sólo identifica las sustancias disueltas en agua a concentraciones 3,000 veces mayor que la necesaria para el olfato.

   También en este sentido se han hecho intentos por relacionar el sabor con características químicas. El gusto ácido está efectivamente relacionado con la acidez de la solución, es decir, la concentración de iones H+. El sabor salado proviene de las sales de algunos metales. Hay excepciones, el cloruro de sodio (sal de cocina) es, por supuesto, salado, mientras que el cloruro de cesio es amargo y durante un tiempo se empleó una sal orgánica de plomo como ¡endulzante!

   Para las sustancias dulces es muy difícil encontrar algo en común aparte del sabor. Entre éstas se hallan, la sacarina, la dulcina y el cloruro de berilio, compuestos con muy diferente composición y estructura química. Y lo mismo ocurre con las sustancias amargas con un punto sorprendente: una pequeña modificación en la estructura de una sustancia amarga la transforma en dulce, así se puede obtener dulcina al sustituir un átomo de azufre por uno de oxígeno en la p-etoxifeniltio carbamida. Esta sustancia es particularmente  reveladora de la "ceguera" al sabor; para tres de cada diez gentes no es amarga sino insípida.

   Durante mucho tiempo las investigaciones acerca de los olores y sabores se limitaban a las sustancias, actualmente se estudia el mecanismo receptor de las células. Hay una teoría enzimática según la cual las sustancias reaccionan por una catálisis enzimática.

   Puesto que las enzimas son sensibles a concentraciones muy bajas y a una gran variedad de agentes, se puede explicar la sensibilidad del olfato y la diversidad tan grande de sustancias odoríferas. Asimismo la reversibilidad de los efectos inhibitorios en las enzimas explica la recuperación del efecto de fatiga olfativa.


jueves, 13 de abril de 2017

EL OLOR EN LOS ALIMENTOS

EL OLOR EN LOS ALIMENTOS

Olor en ajos y cebollas

   Ajos, cebollas, brócolis, coliflor, col etc., no sólo se caracterizan por ser muy olorosos sino también porque tienen el mismo mecanismo de producción de olores. Se trata, en general, de dos sustancias separadas por la membrana celular, la cual al romperse (sea por corte, macerado, cocimiento, etc.) permite que reaccionen produciendo las sustancias odoríferas. En la coliflor; por ejemplo, la sinigrina y la mirosinasa se encuentran separadas, pero al juntarlas la mirosinasa descompone a la sinigrina en aceite de mostaza que a su vez da lugar a ácido sulfhídrico (el mismo de los huevos cocidos o peor; podridos). 
   La mejor manera de limitar los olores de brócolis, coliflor; etc., es cocinar con una gran cantidad de agua para reducir el tiempo de cocción y, obvio, emplear tapadera. Aunque, paradójicamente, puede tenerse menor olor a col en la cocina si no se pone la tapadera; los ácidos volátiles, responsables de la producción del ácido sulfhídrico, se eliminan rápidamente del agua cuando no se pone la tapadera. 
   El ajo, como mencionamos anteriormente, posee dos compuestos: la aliina y la alinasa. La reacción, como mencionamos, está impedida por la membrana celular que separa ambos compuestos. Sólo cuando rompemos la membrana, al cortarlo, triturarlo, macerarlo, etc., se produce el característico olor a ajo debido a la nueva sustancia, llamada alicina, un tiol o mercaptano.
   Entre paréntesis, el azufre también se encuentra en las cebollas, los huevos, los puerros y el gas de cocina. En general los tioles son compuestos muy olorosos, un olfato sin entrenamiento especial puede captar a una sola de estas partículas en 3 millones de partículas de aire. 
   La aliina está presente en el ajo en muy baja concentración, sólo 0.24% y es una molécula inodora; sólo cuando se pone en contacto con la enzima alinasa se produce la alicina. Esta sustancia es la que más contribuye al olor característico del ajo, pero también intervienen el disulfuro de dipropilo, el disulfuro de dialilo, trisulfuro y tetrasulforo de dialilo, etc. Todas estas moléculas contienen átomos de azufre. 
   Con las cebollas ocurre algo semejante que con los ajos: sólo al triturarlas, macerarlas, cortarlas, etc., se produce el olor típico y, en este caso, el lagrimeo consecuente. Nuevamente hay dos reactantes separados por la membrana celular.
   La cebolla contiene también un compuesto muy semejante a la aliina, sólo que sus átomos están acomodados de diferente manera, la alinasa de la cebolla la convierte en una sustancia lacrimógena. Que, a decir verdad, son más de 50 estructuras químicas diferentes, con sus respectivos nombres.
    En este caso la nueva molécula es muy reactiva y muy soluble en agua, de aquí que se disuelva en la película acuosa que cubre los ojos irritándolos y produciendo el lagrimeo. La misma solubilidad es el remedio para evitar el llanto cebollino: cortar las cebollas bajo el chorro de agua.
   Hay muchos remedios tradicionales al llanto que provoca la cebolla: sostener un pedazo de cebolla en la cabeza (efectivo, pues se mantienen los ojos alejados de los gases); sostener un cerillo usado entre los dientes (efectivo, el carbón absorbe los gases); enfriar las cebollas antes de cortarlas (efectivo, disminuye la volatilidad de las sustancias lacrimógenas), etcétera. 
   Tanto en el caso de las cebollas como en el de los ajos la alinasa actúa sobre otras sustancias. La aliina del ajo tiene un autoenlace débil en su estructura el cual, al contacto con la alinasa, se rompe quedando expuesto a la acción del agua que parte a la molécula de aliina y la separa de la alinasa. La alinasa queda entonces dispuesta a recibir nuevas moléculas de aliina y repetir la secuencia. 
   Es obvio que se puede controlar la intensidad del sabor a ajo o cebolla controlando la cantidad de membranas destruidas, es decir; el tamaño de la picadura de ajo y cebolla. También se puede controlar con la temperatura de cocimiento puesto que el calor destruye las paredes celulares.
   Y también con el tiempo de cocimiento, ya que las moléculas con azufre (responsables del sabor y olor a ajo o cebolla) se evaporan fácilmente de los alimentos.
   Por otro lado, los compuestos azufrados entran al torrente sanguíneo y salen con el aliento y el sudor. De aquí que el olor de las personas, efectivamente, depende de su dieta y no sólo de su higiene. 
El olor del pescado

   El olor del pescado es debido a las láminas que resultan de la descomposición de las proteínas de la carne.  La forma tradicional de disminuir el olor a pescado es rociar jugo de limón.
    El grupo amino presente en los compuestos volátiles del pescado tiene la capacidad de asimilar iones hidrógeno, con lo cual la molécula queda cargada eléctricamente.
   Ahora bien, puesto que los ácidos tienen una gran abundancia de iones hidrógeno, el jugo de limón suministra los iones que cargan eléctricamente a las aminas odoríferas y suministra también el agua en que quedarán disueltas. Con lo anterior las partículas odoríferas quedan disueltas en el agua del jugo de limón sin llegar a las membranas de la nariz del comensal.

El olor de los huevos cocidos
   El característico olor de los huevos cocidos lo causa, ya lo hemos dicho, el ácido sulfhídrico  producido por la descomposición de las proteínas. La temperatura del cocimiento hace que la albúmina principal componente de la clara, después que el agua) genere este gas que, afortunadamente, es muy soluble en agua. Ahora bien, los gases son más solubles a baja temperatura por lo que conviene poner el huevo recién cocido bajo el chorro de agua fría por unos segundos.
   Lo anterior tiene una ventaja más: se evita la formación de una desagradable capa verdosa sobre la yema de huevo. Ésta, como es sabido y lipovitelinina, que contienen hierro; éste descompone al ácido sulfhídrico formando un sulfuro verdoso que cubre a la yema. 

AROMAS
   Un aroma no está compuesto por una sola sustancia. Por ejemplo, en el alcanfor se han identificado... 75 sustancias. Sucede lo mismo con los sabores: resultan de la mezcla de una gran cantidad de compuestos químicos.
    Por ejemplo, en el durazno se han identificado... 150 sustancias. Ver Sabores.

sábado, 8 de abril de 2017

EL COLOR EN LOS ALIMENTOS

EL COLOR EN LOS ALIMENTOS

    Existen 4 tipos fundamentales de colorantes: 
  • carotenoides  (del latín carota "zanahoria", y oide "semejante")
  • clorofila           (del griego chloros "verde" y phylle "hoja")
  • antocianinas  (del griego anthos "flor" y kyanos "azul oscuro")
  • antoxantinas  (del griego anthos "flor" y xanthos "amarillo")
   CAROTENOIDES
      Constituyen un grupo de pigmentos amarillos, rojos y naranjas, distribuidos en casi todos los organismos vivos. Generalmente los carotenoides son insolubles en agua pero se disuelven fácilmente en grasas y en alcohol. Dan el color naranja a las naranjas, mandarinas, zanahorias, duraznos, el rojo amarillento de los jitomates, y algunos mariscos, así como el amarillo de la yema de huevo, el maíz y la piel de pollo, etc. En los mariscos los carotenoides se encuentran unidos a una proteína. 
   Para obtener la vitamina B (liposoluble: se disuelve solo en grasa/alcohol) de la zanahoria es necesario prepararla en grasa ya que en jugo, cruda o en caldo solo obtendrás los azúcares.
   Como habrá sospechado el antojadizo lector este complejo caroteno-proteína se rompe con la temperatura (generalmente los mariscos pasan por agua hirviente antes de llegar a la boca de comensal), lo que da lugar al color rojo naranja de los carotenoides en los camarones. El mismo resultado se obtiene con alcohol.

   Aunque los carotenoides están presentes en casi todos los vegetales y en las hojas verdes de los árboles permanecen ocultos por la clorofila. Solo en otoño, cuando disminuye la clorofila, aparecen los carotenos: amarillos, naranjas, rojos, dando la coloración típica de las hojas en los hermosos bosques de liquidámbar.
 CLOROFILA
   En general, todos los vegetales verdes contienen clorofila y son los más abundantes en nuestra dieta: espárragos, alcachofa, lechuga, calabaza, perejil, acelgas, espinacas, chícharos, cilantro, etc. La clorofila forma parte de los compuestos llamados porfirinas (del griego porphyra "púrpura") están formadas por una estructura anillada combinada con un metal y una proteína. La hemoglobina de la sangre es la porfirina más importante del reino animal mientras que la clorofila lo es de la vegetal.
   En algunos frutos como cítricos, plátanos y tomates puede haber un color verdoso indeseable debido obviamente, a la clorofila. para destruirla se emplea etileno. este compuesto también se emplea par blanquear el apio, melón, pera, piña, etc.

ANTOCIANINAS
   Las antocianinas producen los colores azules y rojos de la cebolla morada, repollo morado, fresas, betabel, etc. Las antoxantinas, casi no se presentan en animales. En particular cambian notablemente de color cuando varía el ph. Los cocineros saben que para conservar el color de los betabeles conviene un ph  ácido y, por lo mismo, les añaden jugo de limón, naranja o vinagre.
   La exposición de los pétalos de una flor a los vapores del amoniaco los vuelve azul verdosos y una flor azul se vuelve roja al sumergirla en vinagre. En las frutas enlatadas las antocianinas llegan a corroer el envase formando sales de estaño y hierro, disminuyendo la calidad del producto.

  ANTOXANTINAS
   Dan lugar al color cremoso de las cebollas, coliflor, arroz, etc., que en ph alcalino se vuelve amarillento (de aquí que las amas de casa, para cocer arroz blanco le pongan una gotas de limón).
  
  Los tres últimos tipos de pigmentos vegetales cambian de color cuando se someten a cocimiento. Los carotenos en cambio, son casi insensibles al calor y a la acidez. Por eso al cocinar vegetales verdes, cuando se ha descompuesto la clorofila, se manifiestan los carotenos: amarillos, rojos y anaranjados. En consecuencia para conservar verdes las verduras conviene cocinarlas rápidamente, para ello se recomienda calentar primero el agua y añadir después las verduras; mientras más agua se haya calentado más rápido será el cocimiento.

Biodisponibilidad de carotenoides

César M. Baracaldo, Lucía Castro de Navarro
Resumen
   La vitamina A y sus derivados conocidos como retinoides (de origen animal) y compuestos pro-vitamina A denominados carotenoides (de origen vegetal) son importantes en la prevención de cáncer, enfermedades crónicas y enfermedades relacionadas con la deficiencia de vitamina A; por tanto, es importante conocer la absorción, metabolismo, transporte y almacenamiento de estos compuestos en humanos.
   El término vitamina A se emplea genéricamente para todos los derivados de los carotenoides y retinoides que poseen actividad biológica de todo-trans retinol. Cada forma de vitamina A realiza tareas específicas; por ejemplo, el retina1 es activo en la visión y es también intermediario en la conversión a ácido retinoico; el ácido retinoico actúa semejante a una hormona que regula la diferenciación celular, el crecimiento y el desarrollo embrionario.
   La vitamina A es ingerida de las fuentes animales como ésteres de retinil, los cuales son hidrolizados a retinol por lipasas (enzimas de grasas) en la luz del intestino. Luego de la absorción, el retinol es transportado a través de los enterocitos al sistema linfático.
   Puede considerarse que la absorción de vitamina A es un mecanismo no saturable; la absorción de retinol es probablemente menor del 75% de la ingestión y depende de la cantidad y del tipo de grasas que lo acompañen; dicha absorción se realiza junto con otros lípidos (grasas) de la dieta en la mucosa intestinal. Allí son empaquetados como ésteres de retinil en quilomicrones nacientes y segregados al sistema linfático.

NOTA:
  • Si la zanahoria no va acompañada por grasas, no se podrá obtener su vitamina, es decir en jugo y cruda, solo se aprovecharán los azúcares, muchos de ellos, no perceptibles en el paladar.
  • Todos los pigmentos naturales son metabolizados y convertidos en energía por diversos mecanismos bioquímicos en presencia de la luz solar, por lo tanto, no se recomienda consumirlos de noche, ya que en la obscuridad se fermentan produciendo alcoholes y multiplican cualquier emoción al no tener una salida de desecho renal o por sudoración.
  • Si te sientes emocionalmente alterado cuando no te esta sucediendo algo real, (antes de convertirlo en depresión, enojo, ansiedad o euforia) revisa que alimentos consumiste antes de dormir, probablemente estés consumiendo alcohol por fermentación de pigmentos.
Bióloga Atzimba Prescott