miércoles, 19 de febrero de 2020

Seguir al pez descerebrado

Seguir al pez descerebrado



   La forma más antigua de la sociedad en el sentido más lato de la palabra es la formación de multitudes anónimas, de que nos dan el mejor ejemplo los peces en alta mar.
   La tropa entera puede responder a los estímulos que provocan atracciones, o sea “taxias positivas”, aun cuando un solo individuo sea el que las recibe.
(“Inducción social” entre los sociólogos) hace que un banco de peces sea más difícil de mover cuantos más individuos lo componen y mayor es su instinto gregario.
   Cuantos más son los peces que se apartan en la misma dirección obedeciendo a algún estímulo externo, mas son las probabilidades de que los siga el banco entero.   
   Pero cuanto mayor es el banco y por ende mayor su resistencia a dejarse arrastrar, menos se alejarán sus individuos emprendedores antes de volver al banco como atraídos por un imán.
   Al ver esos esfuerzos fallidos uno se indigna contra la democracia y está a punto de reconocer las ventajas de la política autoritaria. 
  Pero una experiencia de Erich von Holst, muy sencilla y de gran importancia sociológica, nos demuestra que estamos bastante equivocados.
    Quitó a un gobio (Phoxinus laevis) la porción anterior del cerebro donde se hallan, por lo menos en esos pececillos, todas las reacciones de adhesión al banco. 
  El gobio operado ve, come y nada como sus congéneres normales y lo único que lo distingue de éstos es que le da perfectamente lo mismo apartarse del banco sin que nadie lo siga. Lo que le falta es la vacilación y la preocupación del pez normal, que por mucho que desee nadar en una dirección determinada, en cuanto ejecuta los primeros movimientos se vuelve hacia sus compañeros y se deja influir por el número de los que le siguen o el de los que no le siguen. 
   Al pez descerebrado por Von Holst eso no le preocupaba lo más mínimo; y si veía alimento o cualquier otra cosa atractiva, nadaba con decisión hacia el objetivo y… he ahí que todo el escuadrón lo seguía.
 Precisamente el defecto del pez operado lo convertía en jefe.

   La acción de la agresión intraespecífica, al separar y distanciar los animales de la misma especie, es contraria al instinto gregario, la fuerte cohesión y la fuerte agresión se excluyen mutuamente. Pero en troquelados menos extremos, ambos mecanismos de comportamiento puede avenirse. Incluso en las especies que forman multitudes inmensas, los individuos jamás se acercan más allá de cierto límite unos a otros, y siempre queda entre dos de ellos un espacio mínimo.
   La distancia entre dos individuos corresponde exactamente a aquella que permitiría a dos animales tocarse con los picos (proxemia). Inmediatamente después de posarse, los estorninos se hallan a distancias irregulares unos de otros; pero en seguida empiezan a picotearse los que están demasiado juntos, y así siguen hasta que entre todos queda establecida la distancia individual, “prescrita”, como la llama acertadamente Hediger. (tomar distancia)
   Puede considerarse que el espacio cuyo radio determina la distancia individual, es en cierto modo un pequeño territorio mueble, ya que los mecanismos de comportamiento garantizan su integridad son en principio los mismos que delimitan los territorios de la forma dicha. Hay también territorios verdaderos.
   Hemos mencionado, para no omitir nada, que la adhesión a la manada y la agresión intraespecífica no se excluyen del todo.
   Los mecanismos de formación de una multitud anónima pueden ser no solamente inhumanos, sino algo verdaderamente terrible. En la sociedad humana, esos mecanismos están más o menos ocultos, y en su lugar aparecen relaciones no anónimas, bien organizadas, entre los individuos; pero hay un caso en que hacen erupción con la fuerza indomeñable de un volcán  dominan por completo al hombre, dando ocasión a un comportamiento que ya no puede denominarse humano. 

Konrad Lorenz
libro: "Sobre la agresión: el pretendido mal"
Capitulo VIII La multitud anónima (psicosis colectiva: ausencia de cerebro)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario