CUIDADO PARENTAL
Conceptos Paternos
El medio afecta al individuo y el individuo afecta al medio con sus conceptos, es decir, lo que hace es porque considera que es correcto, de lo contrario no lo haría, ya que sus actos conscientes reflejan sus razones inconscientes. por mucho tiempo me pregunte: ¿Porqué hacen lo que hacen? Si los actos se basan en los conceptos individuales, significa que la Sociedad Actual tiene conceptos erróneos. Seria interesante saber si es necesario recordar la etiología de la conducta parental animal para reflexionar en donde se ha distorsionado el ser humano en tan diversos conceptos de paternidad y maternidad, y digo diversos porque el hecho de pedir alimento al Estado y no a la Madre, significa que desconocemos quien tiene el rol biológico de alimentar.
OBJETIVO GENERAL
Analizar cuales son los conceptos de responsabilidad que tienen los padres de familia en cuanto a cual es su rol,: Mama, Papa, Abuelos, Tíos Hermanos, etc, cual es la responsabilidad de la Escuela cual cree que es la responsabilidad del Estado/Gobierno.
OBJETIVOS ESPECÍFICOS
- Conocer los conceptos y creencias de los padres de familia: que entienden por paternidad parental, paternidad social, paternidad biológica, tiempos y edades para la protección.
- Hacer un comparativo entre maternidad animal y maternidad humana.
- Los humanos esperan "paternidad maternal" del Estado, sobreprotección Escolar.
- A que edad termina la maternidad biológica e inicia la maternidad social.
- Cual es la diferencia entre Maternidad y Paternidad.
MARCO TEÓRICO
Numerosos estudios empíricos demuestran que hay una relación muy clara entre el tiempo de dedicación de los padres al cuidado de los niños y su desarrollo cognitivo en una
edad temprana. La cantidad y la calidad del tiempo dedicado a los hijos, especialmente
en los primeros años de vida, puede llegar a tener consecuencias importantes en el rendimiento escolar e incluso en la futura integración social y laboral de los menores. Esta
observación es de suma importancia en el contexto español, caracterizado por un alto
porcentaje de abandono de la escuela secundaria, que aboca a muchos jóvenes al difícil
reto de integrarse en el futuro próximo a la competitiva y cambiante economía del conocimiento. Este estudio aporta una detallada descripción sobre el tiempo que dedican los
padres a sus hijos pequeños (hasta 10 años de edad). El objetivo es analizar el tiempo
total de dedicación de los padres al cuidado de sus hijos y las diferencias en el tiempo de
“calidad” (actividades que contribuyen a fomentar el desarrollo cognitivo de los menores como, por ejemplo, la lectura) dedicado a los menores según grupos sociales. El trabajo de investigación se ha basado en una muestra de 3.692 padres y 3.692 madres con
al menos un hijo menor de diez años extraída de la Encuesta de Empleo del Tiempo
(2002-2003). A partir de este estudio se concluye que:
- La cantidad y la calidad del tiempo dedicado a los hijos en los primeros años de vida está desigualmente distribuida según las características sociales de las familias (nivel educativo y clase ocupacional de los padres). Las parejas en las que ambos padres tienen estudios universitarios dedican más tiempo a los cuidados de estimulación intelectual (“tiempo de calidad”). Asimismo, existen diferencias significativas en el tiempo y actividades realizadas con los hijos menores en función de la clase ocupacional del padre: los profesionales (dirección y gerencia de empresas, arquitectos técnicos, etc.) dedican más tiempo a las actividades consideradas de alta intensidad (cuidados físicos y vigilancia de niños) y, consiguientemente, positivas para el desarrollo del menor.
- Las jornadas laborales superiores a las 45 horas semanales, las jornadas partidas y sin flexibilidad horaria, así como la ubicación en ciertos grupos ocupacionales (trabajadores autónomos no cualificados) están asociadas a menor tiempo de dedicación y, especialmente, a menor tiempo de “calidad” para interactuar, aprender y compartir espacios de ocio con sus hijos.
- La incorporación de la mujer al mercado de trabajo no repercute negativamente en el cuidado de los menores, ya que aquéllas suelen compensarlo con un aumento en el tiempo de dedicación a actividades de cuidado de calidad
- Se mantienen las diferencias de género en las pautas (tipo de actividad realizada con los menores) y tiempo total de dedicación a los hijos.
Según los datos de la
Encuesta de Empleo del Tiempo, en 2003 las mujeres con al menos un hijo menor
de 10 años dedicaban a los cuidados una media de 452 minutos al día, frente a los
274 minutos de los hombres (7,5 y 4,6 horas, respectivamente). Las mujeres dedican más tiempo que los hombres a los cuidados tanto de alta como de baja intensidad y a los de supervisión. Sin embargo, en lo que respecta a los cuidados de
estimulación, no encontramos diferencias de género.
El principal reto que plantea este trabajo a los agentes políticos es evitar la transmisión
de las desigualdades sociales de padres a hijos que se generan desde la infancia. Las
intervenciones públicas deberían compensar las carencias en los cuidados recibidos por
los menores, las carencias en “tiempo de calidad”, de las familias más desfavorecidas por
su posición laboral o educativa mediante políticas sociales, así como fomentar la igualdad de oportunidades de la infancia a través de un recurso fundamental: el tiempo de los
padres para cuidar y educar a sus hijos.
Se estima que el desarrollo de la diversidad de tipos de cuidados parental refleja una variación entre los beneficios y los costos que demandan y proveen a machos y hembras los diferentes tipos de cuidado parental. Estos, a su vez, dependen de f actores como la dependencia de las crías al cuidado, peligros ambientales, características del ciclo vital, oportunidades de apareamiento, e incertidumbre parental (Westneat and Sherman 1993).(4)
Evolución del Cuidado Parental
Se ha evidenciado que la evolución del cuidado parental se puede observar a través de este como una Adaptación Evolutiva del organismo reproductor y la manera en cómo actúa la Selección Natural sobre las crías; estos temas se verán más profundamente a continuación.
El cuidado parental es una adaptación evolutiva por la cual un organismo reproductor no se limita a producir copias de su material genético, sino que además emplea parte de su presupuesto en aumentar las posibilidades reproductivas de esas copias, incluso a costa de su propia reproducción futura.
En los organismos con reproducción sexual y existencia de sexos separados, se plantea una situación de conflicto entre el macho y la hembra respecto a la magnitud de su aportación al cuidado parental.
El resultado de este conflicto afecta a las tasas reproductivas potenciales de machos y hembras y a la intensidad y dirección de la selección sexual.
El cuidado parental plantea decisiones sobre número frente a tamaño de las crías, así como acerca de cuánto invertir en una determinada cría a costa de las reservas de presupuesto parental para otras crías presentes o futuras.
La Selección Natural actúa a su vez sobre las crías para obtener de los padres una cantidad óptima de cuidado parental que puede no coincidir con el óptimo desde el punto de vista de ellos, lo cual provoca los conflictos paterno-filiales y entre hermanos. Los organismos sexuales deben tomar una decisión acerca de cómo dividir su presupuesto reproductivo en la función masculina y femenina. El reparto óptimo en ambas funciones depende del retorno de éxito esperado a través de cada una de ellas, en lo que interviene tanto la situación poblacional como las condiciones del propio organismo reproductor. (Carranza, J. 2003)
Los padres de la mayoría de los animales, incluyendo la gran mayoría de invertebrados, no proveen de cuidados a su descendencia más allá de un pequeño paquete de yema que sirve como fuente de alimento hasta que la prole es capaz de alimentarse por sí misma. Algunos animales, sin embargo, hacen grandes esfuerzos para incrementar las posibilidades de supervivencia de su prole, protegiéndolos de los depredadores, la falta de alimento, la desecación y otra serie de peligros externos.
En los mamíferos y las aves, uno o ambos padres proveen elaboradas formas de cuidados que incluyen la alimentación del embrión en desarrollo con placenta o yema, protección de depredadores y parásitos, aprovisionamiento alimenticio luego del nacimiento, etc. Encontramos ejemplos menos conocidos entre otras clases de animales, como el cuidado de huevos hasta la eclosión en algunos anfibios peces e invertebrados y de especies vivíparas entre arácnidos, peces y reptiles.
El cuidado parental tiene lugar cuando cualquiera de los padres incrementa las oportunidades supervivencia y crecimiento de la prole, usualmente a costa de su propia supervivencia y oportunidades de reproducción. (Smeseth, P. Kolliker, M. Royle, N. 2012) (5)
APROXIMACIÓN CIENTÍFICA
AL ESTUDIO DEL PARENTAMIENTO
Una aproximación etológica al estudio del parentamiento[6]
Parentamiento y mundo animal
El concepto de parentamiento hace referencia a “la actividad que realizan los padres para tratar a los hijos”[7]. Este “cuidado parental” en términos biológicos, está presente en la mayoría de las especies animales, con mayor o menor intensidad y alcance temporal, se manifiesta en los comportamientos de cuidado y protección hacia las crías en las primeras etapas del desarrollo, asegurando así una necesidad básica común: la supervivencia. Son los progenitores los que realizan una particular “inversión”, en términos de tiempo, energía y dedicación, para satisfacer las necesidades evolutivas del niño o cría. Esta inversión, variará en función de la mayor o menor capacidad instintiva autónoma de la cría, es decir de su mayor o menor capacidad de adaptación autónoma inicial al medio en el que se desarrolla[8].
Zoólogos y etólogos han realizado importantes investigaciones para determinar qué factores están implicados en el desarrollo evolutivo de las especies animales, aportando así las claves para comprender la importancia del parentamiento en los seres vivos. Parten de una doble perspectiva: la interacción ambiente y genes. Para estos científicos, todo comportamiento se manifiesta a través de mecanismos de activación y terminación, basados en la interrelación de unos estímulos internos (pautas de acción innatas e instintos) y externos (estímulos y situaciones del ambiente).
Darwin se interesó en su obra por el estudio de la evolución del comportamiento animal, dedicando parte de su vida al estudio de los patrones de conducta propios de cada especie. Ésta línea de investigación ha sido desarrollada por alguno de los etólogos más reconocidos del siglo XX. Autores como Tinbergen o Thorpe, descubrieron los complejos patrones de comportamiento exclusivos a diferentes especies de aves e insectos, que se ven influenciados por la interacción progenitor-cría. Los descubrimientos sobre las “Pautas de acción fija” o comportamientos innatos biológicamente heredados, son una de las bases de la teoría etológica. Konrad Lorenz, zoólogo y etólogo premio Nobel de medicina en 1973, describió y descubrió el concepto de impronta. Observó, cómo al nacer, las aves pasan por un periodo crítico en el que el animal muestra un fuerte apego con el primer ser vivo que encuentra al salir del cascarón[9]. Estos patrones de comportamiento se dan en todos los miembros de una especie (son exclusivos de la especie) e incluso bajo condiciones de aislamiento, poniéndose así de manifiesto su carácter hereditario. Sin embargo, estos patrones heredados sólo se darán bajo las condiciones externas necesarias. Se habla así de “desencadenantes sociales”, o estímulos externos que activan la conducta animal (el despliegue de la cola en aves), o que paralizan la acción (supresores sociales), poniéndose así de manifiesto cómo los comportamientos más instintivos son modulados por señales ambientales.
Pero, el impacto del ambiente en la conducta animal heredada va mucho más allá de la simple facilitación, y en el caso de las crías el comportamiento de los padres influirá decisivamente en su posterior desarrollo. Los comportamientos innatos se desarrollan siguiendo unas fases sensitivas en las que las alteraciones en las respuestas parentales juegan un papel esencial, llegando a modificar las pautas de acción o incluso anularlas (Padilla, 1935). Así por ejemplo, si las condiciones ambientales necesarias para que se desarrolle una determinada pauta de acción adaptativa en una cría no están disponibles (por ejemplo la provisión de alimentos por parte de la madre), existen numerosos tipos de mamíferos y aves, en los que tal comportamiento innato esperado (por ejemplo el picoteo del pollito) no se materializará nunca transcurrido el periodo crítico necesario. Además, la intensidad, de estos estímulos externos facilitados por los cuidadores, puede así mismo condicionar la forma en que se materializarán las pautas fijas de acción. Por ejemplo, las ratas que en el periodo de lactancia son sometidas a una severa escasez de alimentos (si la madre por ejemplo no ha logrado conseguir el alimento suficiente) son más tendentes al comportamiento de almacenamiento. En esta línea, el profesor Jonathan Seckl, profesor de medicina molecular en el Endocrinology Unit Centre For Cardiovascular Science del Queen’s Medical Research Institute[10], realizó una experimento, sometiendo a altos niveles de estrés a ratas preñadas, cuyos descendientes tuvieron niveles de estrés cronificados y menor capacidad de planificación. Este experimento supuso una importante fuente de información: no sólo el comportamiento materno directo afecta al desarrollo evolutivo animal, también sus estados internos en etapas prenatales. Desde esta perspectiva, si las respuestas de los cuidadores no son las apropiadas, las crías se verán enfrentadas a diferentes situaciones conflictivas con importantes consecuencias evolutivas. Los experimentos de Seckl, ponen de manifiesto que las dificultades o restricciones parentales enfrentan a un animal a resolver situaciones novedosas o adversas, produciendo en muchos casos, patrones de conducta desadaptativos[11], que podrán legar a las siguientes generaciones.
Los comportamientos hasta aquí referidos, sean aprendidos o heredados convergen en un punto: la finalidad última es la satisfacción de las necesidades útiles para la supervivencia. El trabajo científico tradicional ha estado centrado en el estudio de la satisfacción de necesidades alimentarias y reproductivas. Sin embargo son cada vez más los científicos que afirman[12], que las necesidades filiativas o de protección son vitales para la supervivencia animal, especialmente en mamíferos, y no un simple medio para lograr alimento u oportunidades reproductivas. Un estudio elaborado por Harlow en 1958, puso de manifiesto esta necesidad, que Bolbwy posteriormente denominó necesidad de apego. Observó como los primates criados con madres artificiales, se asían a las muñecas con texturas más suaves y cómodas, permaneciendo junto a ellas, aun sin que éstas les proporcionaran alimento. Igualmente Lorenz, observó cómo las aves mantenían un comportamiento de apego sostenido y constante con las figuras maternas expuestas durante los primeros días de su vida, aunque estás tampoco les alimentasen.
De esta forma, y como afirma Bolbwy: “el comportamiento animal de apego tiene lugar en las crías de casi todas las especies de mamíferos, y en cierto número de ellos, continúa durante la edad adulta (…). La regla general es el mantenimiento de proximidad, por parte de un animal inmaduro, a un adulto preferido, casi siempre la madre, lo cual indica que tal comportamiento tiene un valor para la supervivencia”. La cercanía constante de la madre, proporciona al animal los primeros y más valiosos aprendizajes de contacto con el mundo: el aprendizaje de imitación de las conductas maternas, la protección climatológica, la protección frente a depredadores, el aprendizaje de las principales formas de socialización en la manada. Si esta necesidad de apego adaptativo no se satisface correctamente, el animal verá limitado el desarrollo de los diferentes sistemas de acción asociados (exploración, integración en la manada) o incluso paralizarlos.
La clave del correcto desarrollo animal se basa en la interrelación del organismo-ambiente para la satisfacción de las necesidades propias a cada especie. Los progenitores se convierten en actores fundamentales del desarrollo de su prole[13], especialmente mediante la provisión de una fuente de apego constante. Las especies con mayores tendencias o necesidades de acompañamiento primario, como los mamíferos, requerirán de unos progenitores más implicados, capaces y adaptados a sus necesidades evolutivas.
1.1.2 Parentamiento en humanos
“Un niño que sabe que su figura de apego es accesible y sensible a sus demandas les da un fuerte y penetrante sentimiento de seguridad, y la alimenta a valorar y continuar la relación” (John Bowlby, 1986).
“Cuando el primer bebé sonrió,
su sonrisa se fragmentó en mil pedazos y
cada uno de ellos se convirtió en un hada”.
En la especia humana, la importancia de la actividad parental es crucial debido a nuestra particular evolución filogenética[14]. Los recién nacidos llegan al mundo, con unas limitaciones evidentes en comparación a otras especies. Esta indefensión temprana podría ser una de las claves del éxito de nuestro desarrollo como especie. Nacemos desprovistos de la capacidad de aplicar la mayor parte de los recursos necesarios para sobrevivir, con un sistema nervioso casi inmaculado que necesita del entorno para desarrollarse. Pero es precisamente esta potencial impronta, en su contacto con el otro, la que nos permite desarrollar las habilidades más sorprendentes, sofisticadas y variables, habilidades que vamos entrenando en la etapa más larga de parentamiento del mundo animal. Ante la extrema vulnerabilidad del recién nacido, son los padres los principales encargados de identificar y proporcionar de manera urgente y vital, los cuidados necesarios para satisfacer sus principales necesidades desde el momento de su concepción, y por lo tanto son los encargados de cimentar la configuración de todos los potenciales recursos de los que dispone la especie humana. Pero, ¿Cómo se produce esa interacción?
Para dar respuesta a esta cuestión, John Bowlby, psicoanalista inglés, fruto de su experiencia clínica con niños en situación de abandono y basándose en los descubrimientos etológicos del pasado siglo, formuló la ya clásica teoría del apego. La tesis central se basa en que los bebés se desarrollarán de manera satisfactoria, si en su relación con la madre establecen una relación de apego seguro. Según el autor, la necesidad de apego que un bebé experimenta de forma innata hacia su madre (presente además en otras especies animales), se verá satisfecho si éstas ofrecen un espacio de cuidado y proximidad constantes, o si, en otras palabras, el bebé percibe una aceptación y protección incondicional. Este entorno maternal proporcionará al bebé un estado de seguridad básico para la supervivencia, que ayudará al niño a superar las situaciones de ansiedad o miedo, favoreciendo así el desarrollo de una sana capacidad de resiliencia (capacidad para enfrentarse a las situaciones adversas), exploración y contacto con el entorno. El desarrollo de esta capacidad estará entonces determinada en gran medida por la accesibilidad y capacidad de respuesta de la principal figura con la que el bebé establece el vínculo.
A pesar de que nacemos con pocos recursos innatos, los humanos disponemos de unas pautas predeterminadas de acción. Nacemos con unos reflejos de supervivencia inmediata (succión, prensión…), y con unos particulares patrones innatos centrados en la interacción social y más en concreto con la interacción con la madre. Desde la etología se afirma que estos patrones de conducta filogenéticos humanos están casi exclusivamente al servicio de la interacción con la madre. Estos patrones innatos de comportamiento son mucho más limitados y básicos en comparación con el resto de las especies animales. Nos hemos ido alejando de las pautas fijas de acción a favor del aprendizaje en interacción, lo cual nos ha proporcionado una enorme capacidad de adaptación, variabilidad y flexibilidad ante las demandas ambientales y sociales. Para Bowlby, estas tendencias innatas se basan en la necesidad del bebé (igual que en otras muchas especies) a estar vinculado y próximo a la madre. Este autor postula que estas armas de contacto con la madre son: el llanto, la sonrisa, la tendencia a extender los brazos, conductas hacia los que los padres parecen ser especialmente sensibles y están motivadas o reguladas por los impulsos internos que el bebé no puede satisfacer de manera autónoma: hambre, dolor, necesidad de proximidad. El llanto puede ser considerado con un desencadenante social, es la más primitiva forma de lenguaje mediante el cual el bebé indica que alguna de sus necesidades está insatisfecha y se calmará cuando la madre la resuelva rápida y adecuadamente[15].
Pronto, las madres comienzan a identificar diferentes tipos de llanto, ya que según Bolbwy, estás están “preprogramadas para responder a las señales del bebé”. La sonrisa es así mismo, un patrón específico de interacción con la madre, básico para la supervivencia infantil y centrado casi exclusivamente en la necesidad de filiación. Varios estudios han demostrado que existe una cuota de supervivencia diferencial que ha favorecido a los bebés que sonreían más[16], y que los bebés sonríen preferentemente al nacer a los rostros humanos y conocidos de manera espontánea sin condicionamiento inicial. Así mismo, el trabajo de Harlow sobre contacto táctil de las crías con las madres, puso de manifiesto que el contacto es igualmente una respuesta preadaptada que promueve en desarrollo del vínculo con la madre. Mediante sus conductas, madre e hijo van reproduciendo diversas rutinas sincrónicas (conocidas también como “bailes”[17]), en las que cada participante asume un papel y un ritmo alternante de intercambio, van consolidando así un espacio de vinculación afectiva. Con su repertorio, los bebés buscan mantener la proximidad con la figura de apego, resistiéndose a la separación, y protestando si se lleva a cabo (ansiedad de separación), utilizando a la madre como “trampolín” desde el que explorar el mundo.
Bolwby, en su experiencia clínica, pudo observar las consecuencias que un inadecuado desarrollo del apego seguro en la interacción madre-hijo tiene para la salud mental de las personas, hasta el punto de afirmar que: “si queremos ayudar terapéuticamente a un paciente es necesario que le permitamos considerar en detalle cómo su actual modo de percibir y tratar con personas que tienen importancia emocional para él, puede estar influido y quizás alterado por las experiencias que tuvo con sus padres durante su niñez”. Las causas a las que Bolwby alude frecuentemente para explicar las patologías clínicas son: 1) que los padres no atienden las demandas del niño o incluso las rechazan, 2) la asistencia parental es discontinua, 3) se producen frecuentes amenazas como forma de control filial (de abandono, de violencia física, de abuso…), 4) se induce al niño a sentirse culpable de su comportamiento.
Este tipo de comportamientos paternos, pueden producir en el niño diferentes tipos de patrones de apego (apego angustiado, apego compulsivo…). Mary Ainsworth, en su trabajo con niños en Uganda, encontró unas pistas adicionales sobre las consecuencias de la calidad de la interacción madre-hijo y su influencia sobre la formación del apego. Ainsworth encontró tres patrones principales de apego: niños de apego seguro (lloraban poco y se mostraban contentos y activos en las actividades de exploración); niños de apego inseguro (lloraban mucho, aun en brazos de sus madres); y niños que parecían no mostrar apego ni conductas diferenciales hacia sus madres. Estos comportamientos se configuraban, como anticipó Bowlby, en función de la sensibilidad y respuestas de los cuidadores a las peticiones del niño.
El contacto directo con los cuidadores, al igual que en animales, aseguran la supervivencia infantil, garantizando la satisfacción de las necesidades básicas (alimento, proximidad) y sirven de base para el desarrollo de las habilidades humanas (regulación emocional, pensamiento, exploración). La interacción madre-bebé, es básica para el desarrollo humano, extendiéndose como veremos, hasta bien entrada la adolescencia, y tendrá unas mejores o peores consecuencias, en la medida en la que los cuidadores, hayan sabido responder acertadamente a las necesidades infantiles.
CÓMO SE DISTRIBUYEN LAS RESPONSABILIDADES DE CUIDADO PARENTAL EN LA FAMILIA Y SOCIEDAD
BIBLIOGRAFÍA
- 1. PALACIOS J; Castañeda E. La primera infancia (0-6 años) y su futuro: Fundación Santillana, Madrid. 2009.
- 2. UNICEF. Hacia una política pública en desarrollo infantil temprano. 2005. [En línea]. Disponible en: <https://www.unicef.org/argentina/spanish/Sistematizacion_final.pdf> [consulta: 10 de Abril del 2017].
- 3. IMSS Instituto Mexicano del Seguro Social. Control y seguimiento de la SALUD EN LA NIÑA Y EL NIÑO menor de 5 años en el primer nivel de atención. 2015 [En Línea]. Disponible en: <http://www.imss.gob.mx/sites/all/statics/guiasclinicas/029GER.pdf> [Consulta: 20 Octubre 2017
- 4. GONZALEZ Ma. J., Dominguez M., y Baizan P., Cuidado parental en la infancia y desigualdad social: un estudio sobre la Encuesta de Empleo en España.
- 5. MARTINEZ K., Avila J.,Universidad Pedagógica Nacional de ColombiaSeminario de Evolución, http://evolucionycuidadoparental.blogspot.com/p/a1.html
- 6. BOLBWY, J. Un enfoque etológico de la investigación del desarrollo infantil. 30:230-40. England: British Journal of Medical Psychology, 1957.
- 7. CUADRA, J. Módulo: Parentamiento y Reparentamiento. Madrid: Instituto Galene de Psicoterapia, 2010.
- 8. CASTRO-FRANCO, R et al. “Del cuidado parental al refinamiento de una conducta para la sobrevivencia”. Boletín de la academia general de biología. Méjico: Laboratorio de Herpetología – CIB – U. A. E. M, 2004.
- 9. RICE, F. Desarrollo humano: estudio del ciclo vital. México: Prentice Hall, 1997.
- 10. CELNIKIER, F. http://www.epigenetica.org/?page_id=190, 2007.
- 11. BOWLBY, J. Vínculos afectivos: Formación, desarrollo y pérdida. Madrid: Ed. Morata, 2006.
- 12. Lorenz, 1950; Robertson y Robertson, 1967; Heinicke y Westheimer, 1966; Ainsworth, 1967.
- 13. CASTRO-FRANCO, R et al. “Del cuidado parental al refinamiento de una conducta para la sobrevivencia”. Boletín de la academia general de biología. Méjico: Laboratorio de Herpetología – CIB – U. A. E. M, 2004.
- 14. VÉLEZ, A. Del Big Bang al Homo sapiens. Universidad de Antioquia, Medellín, segunda edición, 1998.
- 15. RAZNOSZCZYK, C, et al. Estudio de la expresividad emocional y la regulación afectiva en díadas madre-bebé durante el primer año de vida y su relación con la autoestima materna. Buenos Aires: Facultad de Psicología – UBA / Secretaría de Investigaciones / XII Anuario de Investigaciones, 200.
- 16. BOWLBY, J. Vínculos afectivos: Formación, desarrollo y pérdida. Madrid: Ed. Morata, 2006.